Especie de extensión relativamente amplia: Se encuentra al norte y oeste de África, al sur de la península Ibérica y al sureste de Francia. Sin embargo, las ranas de Euskal Herria aparecen aisladas: En el norte de Landeta se encuentran las ranas más cercanas al sur. Aunque no se ha realizado ninguna investigación, gracias a este aislamiento, es posible que el genotipo de las ranas de Euskal Herria sea relativamente especial.
Las ranas tienen la cabeza erguida, el extremo corto y redondeado. Los ojos están flanqueados y expulsados, aunque las puyas son horizontales a la luz, se expanden a oscuras. Los tímpanos, el centro del diámetro del ojo, son muy visibles. En las patas delanteras tienen cuatro dedos y en las traseras cinco, todos ellos provistos de discos adhesivos, que les permiten moverse cómodamente por matorrales, cañas y árboles.
La ranita meridional tiene un pariente similar con una distribución más amplia en el País Vasco: la ranita común (Hyla arborea). Ambos tienen una piel suave y verde y los dos tienen la costumbre de andar en los árboles (¡sí, en los árboles! ). Sin embargo, son fácilmente separables, ya que la ranita normal presenta a ambos lados una línea negra que llega desde la zona de la nariz hasta el ano, mientras que la ranita meridional tiene sólo rayas negras desde la zona de la nariz hasta las patas delanteras.
Aunque la rana normal puede alcanzar los 5 cm, la del sur puede llegar a los 5,5 cm. En cuanto al corro, el normal es “krak, krak, krak, krak,…” grotesco, mientras que el del sur es “kra-r” profundo, lento y fuerte, melodía de las noches de primavera. Así que con un canto tan especial no se puede hibridar con la rana normal, ¡no!
Os diremos que el mejor momento para ver este enclave es la primavera, alrededor de los pozos o charcas, que es cuando se acerca al agua, y aunque no lo consiguieran, seguro que lo escucharíais. Los machos corren en voz alta formando coros, ocupando cada uno un lugar estratégico (a menudo una planta flotante) y inflando los sacos de la boca, para impresionar a las hembras.
Al resto de los habitantes del territorio, que se acercan a menos de un metro, les amenazan. Además de estas dos corrientes se han descrito otras dos: la que se realiza habitualmente cuando se produce un contacto físico con otro macho, conocida como correa de contacto, y la que se realiza entre intermedias, corrales de amenaza y de llamada.
La correa de llamada puede empezar al anochecer y durar hasta la primera hora de la mañana. La temporada reproductiva es de 3 meses, de febrero a abril. Muchos amuros tienen una corta época de puesta, mientras que la ranita meridional suele alargar tres meses.
La puesta comenzará unas horas después de la equiparación, que puede llegar a producir entre 500 y 1.000 huevos entre las plantas acuáticas. Uno de los mayores problemas para la reproducción de esta rana es encontrar una vegetación acuática adecuada. Al igual que en el resto de las ranas, saldrán las larvas acuáticas llamadas espadas o bilinbolos. Tras la metamorfosis aparece el adulto, es decir, la propia rana. Las larvas se alimentan tanto de flores como de algas y los adultos son insectívoros, gustan de los escarabajos, moscas y mariposas. Estas ranas hibernan en las grietas de las piedras.
Al tratarse de una especie subtropical, la ubicación de Mendizorrotz se puede considerar rara, convirtiendo esta rana aún más especial, ¡vaya tesoro! ¿No os parece? Quizá debido a la influencia del mar, el clima es el motivo de esta distribución.
La situación de esta ranita es preocupante, no sabemos cuántos ejemplares hay, pero sí que son pocos. Esta lamentable situación se explica por varios motivos: los incendios que se producen de vez en cuando resultan altamente dañinos para nuestra ranita favorita, ya que además de quemar los árboles y matorrales en los que habita, la propia rana podría matarla. La destrucción de la vegetación circundante provoca una disminución del éxito reproductivo, ya que allí se colocan los huevos. La construcción de casas provoca con frecuencia la desaparición de los pozos, además de la creciente mortalidad de las ranas en las carreteras.
Por otro lado, la gente, “con buena voluntad”, suele arrojar peces y cangrejos a los pozos sin darse cuenta de que las consecuencias de estas acciones pueden ser graves, que siendo depredadores causan grandes daños, destruyendo las poblaciones de rana. Además, si añadimos la delicada situación de los anfibios de todo el mundo (que muchos científicos asocian a complejos cambios climáticos), nos daremos cuenta de que, además de dejarlos en paz, debemos darles un empujón. ¡Recuerda que es el único anfibio amenazado de Euskal Herria!
Y como la mayor parte de los daños son provocados por el hombre, nos toca resolver esta situación, protegiendo los pozos, tomando medidas contra la contaminación, protegiendo la vegetación de estos pozos y teniendo en cuenta la ubicación de estos pozos en la construcción de las casas. La construcción de nuevos pozos también sería adecuada, aunque las condiciones de estos pozos artificiales deberían ser adecuadas para poder llevar a cabo los procesos reproductivos.
Para hacer frente al problema de las carreteras sería útil hacer pasos por debajo de la carretera y devolver a la tienda los peces de la casa cuando no sabemos qué hacer. Si se llevaran a cabo las condiciones necesarias para la supervivencia de la rana, las posibilidades de mantener las poblaciones serían elevadas. La situación actual es muerta o intensa y bastaría con un poco de voluntad para que este orgullo que consideramos un tesoro perdure en nuestros territorios. Muchas primavera podremos escuchar su particular correa!
Para terminar una curiosidad: Parte del monte Mendizorrotz es Igeldo, ¿de dónde viene su nombre? ¿Será por la ranita meridional?