En más de una ocasión hemos traído algún premio Nobel o algún científico que haya ganado. En esta ocasión, con motivo del aniversario del nacimiento, hablaremos del fundador de la fundación.
Alfred nació en Estocolmo, capital de Suecia. Su padre, Immanuel Nobel, ingeniero e inventor, construyó varios puentes y edificios de la ciudad. Su madre, Andrietta Ahlsell, era hija de familia acomodada. El mismo año que nació Alfred, la empresa de su padre fracasó y, para hacer frente a esta desgracia, la familia Nobel se trasladó a Finlandia primero y luego a San Petersburgo.
Al principio fue a Rusia solo su padre y abrió una fábrica mecánica. Allí, entre otras cosas, fabricaba material para abastecer al ejército ruso y inventó minas subacuáticas. Este éxito le permitió llevar a toda la familia a San Petersburgo. Por ello, el joven Nobel cursó sus estudios primarios en Rusia.
A los 17 años, Alfred Nobel era capaz de hablar en sueco, ruso, francés, inglés y alemán. Sus temas preferidos eran la literatura, la poesía, la química y la física. Sin embargo, su padre no quiso aceptar la pasión por la poesía y, para quitarse de la cabeza, decidió enviar a su hijo al extranjero con la excusa de formarse en ingeniería química. Así, en los dos próximos años el joven Nobel tuvo la oportunidad de conocer Suecia, Alemania, Francia y Estados Unidos.
Durante su estancia en París, conoce al químico que inventó nitroglicerina tres años antes, el italiano Ascanio Sobrero. Nitroglicerina es un líquido viscoso y explosivo que se prepara mezclando glicerina y ácidos sulfúrico y nítrico concentrados. Al ser muy explosiva e inestable, se puede explotar en cualquier momento, por lo que inicialmente no se le encontró ningún uso práctico.
Pero Alfred Nobel se quedó fascinado por este invento y pronto se le recordaron sus posibles usos en la construcción. Para ello, antes había que resolver los problemas de seguridad y encontrar un método para controlar la detonación de nitroglicerina.
En 1852 vuelve a Rusia y entra a trabajar en el laboratorio de su padre. Intentó convertir la nitroglicerina en un explosivo útil, pero no tuvo mucho éxito, ya que en la manipulación se producían muchos accidentes.
Cuando terminó la guerra, la empresa de su padre fracasó. Immanuel y dos hijos, Alfred y Emil, regresaron a Estocolmo. Los otros dos hijos quedaron en San Petersburgo y poco a poco consiguieron sacar adelante la empresa familiar.
Los que volvieron a Suecia crearon un nuevo laboratorio. Pero la verdad es que no tuvieron mucha suerte. En 1864, cuando estaban trabajando, el laboratorio explota. Como consecuencia del siniestro murieron cinco trabajadores, entre ellos el hermano de Alfred. Cuando el gobierno sueco conoció el accidente, las autoridades decidieron impedir la producción de nitroglicerina. Además, la polémica suscitada en torno a la explosión provocó la oposición de la opinión pública a Nobel. Entre otras cosas, se extendió entre la población la creación de material bélico y la atracción de catástrofes.
Sin embargo, Nobel no se resignó. En un barco fondeado alrededor del lago de Mäla continuó con la construcción e investigación del laboratorio. En 1866 descubrió cómo manipular la nitroglicerina sin peligro. Adicionó un 25% de diatomita a la nitroglicerina, obteniendo un polvo explosivo de fácil manejo, la dinamita. Para hacerle estallar, Alfredo también inventó el detonador. En la misma época, Nobel inventó la dinamita, comenzando a utilizar la corona perforadora de diamante y el taladro neumático. Todas ellas, conjuntamente, supusieron un abaratamiento total del coste de numerosas obras de construcción.
A partir de entonces, Nobel se enriqueció fabricando explosivos y explotando el petróleo de Baku, la capital de Azerbaiyán. Aunque tenía su vivienda en París, la mayor parte del tiempo viajaba de un lado a otro. En este sentido, el escritor Victor Hugo afirmó en una ocasión que Alfred Nobel era el “sector más rico de Europa”. Sin embargo, siguió investigando a los ricos vagabundos y, en 1876, inventó una explosiva llamada balistita.
A los 43 años anunció en una revista que buscaba a una mujer adulta y trabajadora con un alto nivel cultural para colaborar en las tareas domésticas y de laboratorio y que, de paso, la propia Nobel le acompañase. Así conoce a la condesa austriaca Bertha Kinsky. Pero después de trabajar en muy poco tiempo, Kinsky volvió a su pueblo. Sin embargo, Nobel y la condesa siguieron siendo grandes amigos.
Poco a poco, la condesa Kinsky comenzó a participar en el movimiento contra las armas y por la paz. Todo ello, sin duda, tuvo una gran influencia en las Novelas. En su último testamento dejó la orden de organizar un premio para personas y entidades que trabajan por la paz.
Murió el 10 de diciembre de 1896 en Roma, dejando un bien de 9.200.000 dólares, todo ello para los premios Nobel. Inicialmente, estos premios se dividían en cinco temas: Física, Química, Fisiología y Medicina, Literatura y Paz. Posteriormente, en 1968, se creó el Premio Nobel de Economía.
Sin duda, el mayor honor que puede recibir un científico es recibir el premio Nobel. Sin embargo, el químico que creó los premios fallidos sin honor.