Gracias a una reciente investigación, se entiende mejor cómo se adapta a la luz tanto el ritmo circadiano como los movimientos de cierre de la ninia. Esta investigación, impulsada por el Instituto del Ojo de Estados Unidos y el Instituto de Medicina Howard Hughes, ha sido publicada en la revista Science.
Según los investigadores, la proteína melanopsina está relacionada con la detección de luz, pero no con el proceso de formación de imágenes. Para estudiar el papel de las células que contienen esta proteína se ha trabajado con ratones transgénicos sin melanopina. Parece que las células con melanopina forman una red en la retina que permite conocer la luz y la duración de la misma.
Por el contrario, las células relacionadas con la visión detectan límites entre la luz y el oscuro. Además, ha quedado patente la importancia de la melanopsina, ya que los ratones transgénicos tenían una gran dificultad para seguir el ciclo natural día-noche, lo que les causaba graves daños.