La investigación ha sido liderada por investigadores de la Universidad de Gante y publicada en la revista Research Policy. Han participado 3659 doctorandos que han medido 12 indicadores de salud mental: constantemente bajo presión, decaimiento y deprimido, preocupaciones por perder el sueño, incapacidad para superar dificultades, no disfrutar de las actividades cotidianas, pérdida de confianza en uno mismo, problemas de concentración, incapacidad para tomar decisiones...
Analizando las respuestas de las personas voluntarias, la mitad de ellas presentan al menos dos síntomas, cuatro de cada diez presentan tres síntomas y un tercio al menos cuatro. De ahí se desprende que los doctorandos tienen un alto riesgo de desarrollar una enfermedad psiquiátrica, sobre todo depresión. Este riesgo es el doble que el de la población con un alto nivel educativo.
En el estudio también se han mencionado los principales factores que inciden en ello. Lo más importante es la imposibilidad de conciliar la vida familiar y laboral, con la necesidad de obtener resultados, la supervisión de los superiores y la dificultad de la inserción laboral.
El problema no se limita a Bélgica.Otros estudios realizados anteriormente en otros países han arrojado resultados similares, y nosotros hemos recibido testimonios similares en las entrevistas de Ekinean de la revista Elhuyar. De hecho, las jóvenes investigadoras son las protagonistas de este apartado, y muchos apuntan que tienen que dedicar mucho tiempo a la investigación, que sienten mucha presión, que se les hace muy duro recibir malos resultados, que les preocupa mucho estar siempre en condiciones provisionales y no tener seguridad para el futuro...
Así, llama la atención que tanta gente piense que la labor investigadora es atractiva para los jóvenes. Este es, al menos, el informe que recoge la opinión de la población vasca sobre ciencia y tecnología. Además, la gente ha dicho que es enriquecedor para uno mismo. Y aunque realmente valoran bien el trabajo de investigador, reconocen que en la sociedad tiene poco reconocimiento y está mal pagado económicamente.
Parece que la gente se da cuenta de que la situación no es justa. Cuidemos, por tanto, a los jóvenes investigadores, que están necesitados y que nosotros también necesitamos.