Uno podría pensar que el movimiento anti-vacunas se iba a reducir últimamente, ya que la vacuna es la solución más eficaz para combatir el covid-19.
Sin embargo, no parece que sea así, ya que un estudio realizado en Facebook ha demostrado que son pocos los que tienen una postura contraria a las vacunas, pero que tienen más interacciones e influencia que otros. La investigación ha sido liderada por la Universidad de George Washington y la revista Nature ha dado a conocer los resultados.
Han precisado que en Facebook casi 100 millones de personas que opinan sobre las vacunas han indagado en sus opiniones para sacar conclusiones y han dado la razón para elegir esta red social: En Twitter también participan los académicos, mientras que en Facebook predominan las comunidades y no tienen límites para trabajar, alimentarse y desarrollar ideas en profundidad.
Así, se han reunido grupos de vacunación de todos los países y de cualquier idioma, divididos en tres grupos: dudosos, partidarios y contrarios. A continuación se ha elaborado un mapa con las páginas con las que se relaciona cada grupo y el número de seguidores de cada página.
Según el mapa, las hojas anti-vacunas son minoritarias, pero están situadas en el centro de la red. Esto significa que tienen muchas interacciones y tienen una estrecha relación con los grupos neutros. Por el contrario, los defensores de las vacunas aparecen en los bordes del mapa.
Viendo los contenidos que difunden, se han dado cuenta de que los partidarios sólo dan un mensaje: «Las vacunas son beneficiosas, salvan vidas». Por el contrario, los contrarios transmiten una gran variedad de mensajes, no sólo que las vacunas pueden perjudicar, sino aquellos relacionados con la organización social o el sistema: que los hijos sean responsables, que la medicina alternativa es mejor, que las vacunas son un instrumento del sistema…
Por lo tanto, no es fácil crear estrategias para cambiar la opinión de los contrarios a las vacunas, porque creen que se basan en más de una razón. Y no parece que la gravedad del covid-19 haya influido. En un sondeo sobre confinamiento en Francia (COCONEL), uno de cada cuatro habitantes ha visto que renunciaría a la vacuna contra el covid-19 si estuviera disponible.
Incluso antes del confinamiento, midieron la confianza en las vacunas de los padres de cinco países europeos, mientras que los franceses eran los que menos confianza tenían. En el otro extremo estaban los españoles, entre ellos los de Italia, Alemania y Reino Unido. Según esta encuesta francesa, el recelo a las vacunas ha aumentado. La principal razón para rechazar la posible vacuna del COVID-19 es que consideran peligroso una vacuna tan rápida. Otros se oponen a todas las vacunas y, por último, un pequeño porcentaje cree que es inútil porque el covid-19 no es tan grave.
Según los autores del estudio de Facebook, es fundamental que el desarrollo de la vacuna sea transparente y claro, ya que de lo contrario existe el riesgo de aumentar el recelo. De hecho, hay movimientos para acelerar la investigación de la vacuna: algunos de ellos piden voluntarios para que se pueda infectar y probar antes la efectividad de la vacuna experimental. Además de las dudas éticas que suscitan este tipo de senderos, hay que tener en cuenta su posible influencia en la opinión pública. Sería un fracaso inaceptable el desarrollo de la vacuna y luego la gente renunciaría a las vacunaciones.