El esqueleto del Tyrannosaurus rex, adquirido por el Museo de Chicago hace dos años, nos ha proporcionado más información sobre esta especie. Por ejemplo, se ha demostrado que los tiranosaurios tenían un olfato muy bueno, gracias a algunos restos de órganos olfativos encontrados en el cráneo. El esqueleto de Sue es el más grande del mundo y un equipo de investigadores del museo ha estado investigando durante los dos últimos años sobre el cráneo de la especie.
Los investigadores han estudiado el cráneo mediante un scanner para descubrir las huellas de los órganos olfativos del Tiranosaurio. Según el paleontólogo Chris Brochu del Museo de Chicago, los tiranosaurios tuvieron sentimientos más desarrollados de lo que pensamos, entre los que se encuentran la vista y el olfato, para trabajo como depredadores.