En la ciudad alemana de Duisburg, el ingeniero August Ernst acaba de realizar una exitosa experiencia en el campo de los champiñones.
Mezclado el papel usado y las hojas de árbol, se introduce en un tubo giratorio de 26 metros de longitud y se calienta a 70°C. La humedad y el movimiento constante hacen polvo la mezcla y en este polvo crecen mucho más limpios que en el suelo de carbón.
Este sistema de uso del papel ha generado una gran esperanza en Alemania. Sus productores de champiñones necesitan 150.000 metros cúbicos de polvo de carbón para su producción. El coste económico de esta cantidad no es de broma y si todo se sustituyera por papel, además de la economía, el medio ambiente también resultaría ganador.