En el Instituto Max Planck de Anatomía Evolutiva se ha desarrollado un método no destructivo para la extracción de ADN de algunos objetos arqueológicos, ya que al ser porosos los utensilios hechos con hueso o dientes pueden contener sudor, sangre o saliva de la usora. Con este método se puede extraer el genoma del usuario de estos aparatos sin destruir la muestra. Esto permite obtener información valiosa.
Un ejemplo lo han publicado en la revista Nature: A partir de un colgajo cero-amarillento encontrado en la cueva de Denisova, se ha conseguido recuperar el ADN de una uapiti (especie de ciervo) y de un ser antiguo, utilizando este método.
Los investigadores explican que para no perjudicar al propio objeto y al ADN, el objeto se introduce en una solución de fosfato sódico y la temperatura aumenta progresivamente. De esta forma, el ADN capturado en el diente o hueso viejo se libera en la disolución, permitiendo su secuenciación, análisis posterior y datación mediante la prueba de radiocarbono.
Con ello descubren que tenían entre 19000-25000 años. Se ha determinado que la usuaria era una mujer y que sus características genéticas son similares a las de otro grupo que vivía más oriental en Siberia.
Con la investigación, los autores afirman que el método es útil para reconocer al usuario de los objetos y concluyen que es una herramienta útil para relacionar las huellas culturales con las genéticas.