La salud en riesgo por razones comerciales

Galarraga Aiestaran, Ana

Elhuyar Zientzia

Publicado en el periódico Berria el 14 de abril de 2023

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La OMS ha advertido que algunos productos y prácticas de las poderosas industrias internacionales causan un grave perjuicio en la salud pública. - Ed. Pixabay

En el estudio de los factores que influyen en la salud, además de los condicionantes biológicos (como los genéticos), cada vez se tienen más en cuenta los condicionantes sociales: género, ocupación, clase, nivel económico, lugar de residencia, educación, etnia… De hecho, tienen una gran importancia en el bienestar y las enfermedades, ya sean infecciosas (producidas por patógenos) o no.

Sin ir más lejos, el COVID-19 nos ha dejado claros ejemplos. Por ejemplo, los mayores tenían más riesgo de morir que los jóvenes en caso de contagio (condicionante biológico). Por otro lado, las mujeres han tenido un mayor riesgo de contagio, ya que suele quedar a cargo del cuidado de los pacientes, tanto por su profesión como por su rol (condicionante social).

Ahora, la OMS se ha centrado en otro tipo de condicionantes: los comerciales. El jefe de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, ha advertido en la revista The Lancet que ciertos productos y prácticas de las poderosas industrias internacionales causan un grave daño a la salud pública y, además, incrementan el uso y otras discriminaciones.

Además de las palabras del director de la OMS, la revista ha publicado una serie de artículos sobre el tema. Basta con el dato que aparece en uno de los artículos para ver hasta qué punto los condicionantes comerciales influyen: cuatro industrias —el alcohol, el tabaco, los alimentos ultraprocesados y los combustibles fósiles— son responsables, al menos, de un tercio de las muertes que ocurren en el mundo cada año.

En la revista también se citan otras poderosas industrias, como las compañías farmacéuticas, el juego, la minería, las nuevas tecnologías, el automóvil… y su preocupación por las diferencias sociales. Por ejemplo, denuncian que las industrias del tabaco y de los alimentos perpetúan el colonialismo y el racismo. Asimismo, han destacado que determinados hábitos de consumo y productos refuerzan los estereotipos de consumo y recuerdan que los fabricantes de productos infantiles utilizan el engaño para la venta.

Es evidente que muchas campañas de salud pública se quedan patas arriba, sin reconocer ni limitar el poder de estas industrias. Por lo tanto, proponen un cambio de enfoque en la revista: dejar de lado el producto interior bruto y discutir cómo se mide la economía del bienestar; afrontar el desequilibrio de poder y analizar nuevos modelos socioeconómicos; invertir en bienes comunes para la salud… En definitiva, una revolución para que las vidas estén por encima de los beneficios económicos.

Aunque son objetivos ambiciosos, existen ejemplos en esta dirección. Por ejemplo, desde el año pasado, en Nueva Zelanda, los nacidos a partir de 2009 tienen prohibida la compra de tabaco y las compañías de tabaco han tenido que reducir la proporción de nicotina en cigarrillos y cerrar el 90% de los establecimientos. En Europa, la conferencia de obesidad de este año ha tenido que renunciar al apoyo de la compañía Nestle, debido a la presión de grupos de investigadores a través de la revista British Medical Journal.

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