Tras una revisión de un hueso localizado en el lago de Barin, en el sur de Kenia, en 1965, y localizado en un museo, un grupo de investigadores estadounidenses declaró que tenía 2,4 millones de años. Andrew Hill, de la Universidad de Yale, afirma que el hueso pertenece al género “Homo”, pero no especifica si pertenece al Homo habilis u otras especies similares. El análisis se ha basado en la articulación maxilar y el ángulo del pie craneal, junto con otras características anatómicas.
Hasta el momento, los paleoantropólogos consideraban que los restos encontrados en la Fora Koobi, junto al lago Turkana, en Kenia, eran de la especie Homo habilis y los más antiguos de la Tierra, con una edad de 1,9 millones de años.
Por tanto, la diferencia de edad entre ambos residuos es evidente y existe un debate intenso. A. Hill presenta dos razones por su descubrimiento. Por un lado, los dispositivos de piedra más antiguos, de entre 2,4 y 2,6 millones de años de antigüedad, se ajustan en general al género “Homo”. Por otra parte, en aquella época se produjo un enfriamiento general que provocó la desaparición de muchas especies y la aparición de otras capaces de adaptarse a la nueva situación, entre las que se encontraba el “Homo”.