En la Unión Europea se utilizan 10.000 toneladas anuales de antibióticos, la mitad de las cuales están destinados a animales.
Algunos antibióticos no se degradan totalmente al pasar por el cuerpo y pasan al sistema de aguas residuales, o pueden acumularse en el suelo junto con las heces de las casas rurales y llegar a los ríos. Algunos consideran que estos antibióticos acumulados en el suelo y en el agua son los responsables de la resistencia que ciertas enfermedades han desarrollado a los antibióticos. Sin embargo, no existe ninguna ley, nacional o internacional, que limite la cantidad de antibióticos depositados en el medio ambiente.
Las Naciones Unidas solo dicen que si por hectárea de granja se acumula más de 7,5 gramos de antibiótico es necesario realizar un estudio de impacto ambiental. Sin embargo, recientemente se ha elevado este límite hasta los 75 gramos. No todos los veterinarios y científicos están de acuerdo con esta subida. La investigación ha sido escasa.
La investigación presentada por Estados Unidos, por ejemplo, no incluía el desarrollo de la resistencia a los antibióticos. Pero aunque no haya pruebas, la sospecha está ahí.