Las consecuencias del volcán Hunga Tonga, que estalló el sábado en medio del Pacífico, están siendo graves y a la vez espectaculares. Sin embargo, los científicos todavía no saben muy bien el origen de estas conclusiones.
Una de las consecuencias más espectaculares ha sido la desaparición de la propia isla. Sólo tenía siete años de vida. Nace en 2015 como consecuencia de la explosión del volcán submarino y la nube de lava y polvo producida entonces. Se llamó Hunga Tonga-Hunga Ha´apai, pero los investigadores creían que sólo duraría tres o cuatro meses debido a la fuerza del océano. Hasta el momento ha conseguido mantenerlo, pero la nueva explosión ha acabado casi por completo.
La erupción del volcán no ha tenido ninguna influencia local. Un tsunami se expandió por el Pacífico y las olas golpearon Australia, Nueva Zelanda, Japón y la costa americana.
La onda de presión provocada por la explosión se extendió también desde la atmósfera a todo el mundo. Desde este punto del Pacífico recorrió todo el planeta a 1.000 km/h, desde las islas Tonga hasta su antípoda (África). De hecho, al tratarse de una zona continua, sin límites, cualquier cosa que se produzca en un punto se dispersa en todas las direcciones. En este caso, su fuerza hizo una especie de rebote en Argelia y volvió a abrirse en el sentido contrario. Así, los barómetro de todo el mundo sintieron la onda.
La presión provocada por la explosión de Tonga también se notó en el mar a nivel mundial. En el Mediterráneo se observó una subida de medio metro a nivel del mar durante un tramo. Se trata de un meteotsunami, pero no por colisión de corrientes de aire frías y calientes, sino por la explosión del volcán en el otro extremo del mundo.
La influencia de las partículas liberadas por el volcán y de la nube de cenizas es diferente. Varios expertos señalan que pueden provocar un ligero descenso de la temperatura en todo el planeta, como se ha visto en otros volcanes. No se prevén efectos meteorológicos.