Los mongoleses, en materia de medicamentos, aunque hasta ahora importaban productos por el oeste, están regresando a los monjes. Antiguamente se abastecían del monasterio de Manba Datsans, donde se trabajaban la medicina y los remedios. Después, hacia 1930, Manba Datsans se redujo, lo que le permitió introducir la medicina occidental.
Ahora, un cambio político ha permitido volver a las vías médicas tradicionales. Un monje mongol, Natsagdorj Lama, comienza a reconstruir el Manba Datsans de Ulan Bator. Sin embargo, la diferencia con respecto al antiguo monasterio es la incorporación al currículo de algunas características de la medicina occidental.
Natsagdorj Lama estudió medicina en la India y dice que los médicos occidentales y los mongoleses deben aprender unos de otros. “El objetivo es siempre el mismo, curar al enfermo”, dice Lama. “Saber qué tipo de medicina es lo mejor no es importante, sino saber cuál es la combinación óptima entre las dos medicinas para tratar mejor al paciente”.
En julio Lama visitó los hospitales y las escuelas médicas de Londres. Decía: “Aunque aquí la ciencia y la tecnología están muy desarrolladas, las máquinas no pueden hacer un diagnóstico correcto. La relación con el paciente es imprescindible”.
Lama quiere que el médico occidental acuda al monasterio: ”Necesitamos ayuda mutua para encontrar la combinación óptima entre los caminos de Oriente y Occidente”.