Según Aristóteles, las serpientes de lengüeta divisada tienen el doble de mejor gusto, pero la verdad es que no sabían para qué la lengua tenía esa forma. Sin embargo, recientemente el científico de la Universidad de Connecticut en Estados Unidos, Kurt Schwenk, ha desvelado el misterio. Este tipo de lenguado es un potente detector químico que recoge los restos de feromonas que han dejado tanto presas como compañeros de especie.
Las moléculas de olor se pegan a la lengua y por dos vías llegan a través del paladar hasta dos órganos olfativos de la nariz, llamados órganos bomeronasales. Así, la serpiente detecta al mismo tiempo un gradiente químico entre dos puntos y puede absorber la presa sin que se produzca un golpe. Se puede decir que tiene olfato en relieve.