La Tierra y la Luna son muy similares en cuanto a composición química. Por eso han reconocido los astrónomos actuales que el sistema Tierra-Luna es el resultado de un choque entre dos astros. Sin embargo, las simulaciones teóricas de este choque no coinciden con la semejanza de las composiciones medidas. Según los simulacros, la diferencia debería ser mayor, ya que la mayor parte del material que creó la Luna proviene de uno de los astros que chocaron, un cuerpo llamado Theia. Los simulacros no coinciden con las mediciones, pero algunos astrónomos de la Universidad de Harvard han solucionado esta discrepancia cambiando los detalles de los simulacros.
Los astrónomos de Harvard dicen que la clave está en la rotación posterior a la colisión. En todas las simulaciones realizadas hasta la fecha se ha reconocido que el momento angular tras el choque era igual al actual de la Tierra y la Luna, es decir, que las velocidades de rotación de ambos cuerpos sean coherentes con la situación actual. Esta condición es lógica teniendo en cuenta el mismo sistema plan-satélite. Pero los astrónomos de la Universidad de Harvard también han puesto sol en la simulación y todo cambia.
Se produce una resonancia entre el Sol y la Luna que puede ralentizar la velocidad de rotación de la Luna con el paso del tiempo. Esto significa que después del choque, el disco del material que originaría la Luna podría girar más rápido de lo esperado. Por tanto, la simulación de la colisión que llega a esta situación sería diferente.
La Universidad de Harvard ha realizado simulaciones a partir de un proto-Lur que gira muy rápido y un cuerpo con la mitad del tamaño de Marte. Con una velocidad del cuerpo de 20 km/h y un ángulo de impacto de 17º, la composición del sistema resultante de la colisión coincide con la medida actual.