Los arqueólogos han llegado a la conclusión de que la diferencia de altura entre hombres y mujeres en el norte de Europa, en el Neolítico Temprano (hace 8.000-6.000 años) podía deberse a factores socio-culturales.
El estudio ha sido publicado en la revista Nature Human Behavior. Según él, la altura es un indicador de salud, y el medio ambiente y la alimentación pueden limitar la altura que una persona o grupo puede alcanzar genéticamente si no son adecuados. Gracias a los estudios realizados hasta el momento, los arqueólogos sabían que los hombres del Neolítico no habían llegado a alcanzar la altura que podían alcanzar genéticamente, pero no tenían claro por qué había diferencias en algunos lugares entre sexos y en otros no.
Para ilustrarlo, se han analizado 1.535 individuos de hace 8.000-6.000 años de diferentes lugares de Europa (Norte-Centro, Sur-Centro, Balcanes y Mediterráneo) mediante diferentes métodos: ADN antiguo, estudio de isótopos estables (para conocer la dieta), paleopatología (estado de salud), mediciones esqueléticas, morfología…
Se explica que en el nordeste de Europa hubo un fuerte estrés ambiental, pero sólo las mujeres se movieron en altura. Es decir, las mujeres no desarrollaron la altura que podían tener genéticamente, pero los hombres sí. En el Mediterráneo, sin embargo, no hay tanta diferencia entre los sexos. De ello se deduce que los grupos del norte protegieron a los hombres del estrés ambiental, mientras que en el Mediterráneo no han encontrado rastro de este tipo de comportamientos.
Los resultados han puesto de manifiesto que la cultura ha influido desde hace mucho tiempo en las diferencias biológicas de nuestra especie, aún más que el medio ambiente o la alimentación.