Este año se han comprobado los rumores de varios años y los padres de los polímeros conductores han recibido el Premio Nobel de Química. El profesor Shirakawa visitó en una visita al laboratorio de MacDiarmid y, en colaboración con Heeger, puso el poliacetileno sintetizado por el japonés en presencia del yodo. Observaron que el polímero se oxidaba y que la conductividad aumentaba en 10 órdenes, equiparando el metálico. Estos trabajos publicados en 1979 fueron el inicio de los polímeros conductores. En los años siguientes se logró la síntesis de polímeros conductores mediante el paso de corriente eléctrica a través de una solución de monómero y sal, entre otros, gracias al investigador de IBM Arturo Díaz. Es más, se comprobó que el proceso de oxidación era controlable por electroquímica y reversible.
Los polímeros conductores cumplen todas las características necesarias en microelectrónica, además de ser flexibles, solubles y procesables mediante procesos económicos. Además, son biocompatibles, actúan como biosensores o actuadores e interactúan con la radiación electromagnética e iónica. Al tratarse de materiales inteligentes muy próximos a los materiales biológicos, han abierto el camino para el desarrollo de la electrónica molecular. En definitiva, los polímeros conductores revolucionarán el XXI. En la microelectrónica del siglo XX: tres personas premiadas han hecho posible un futuro lleno de oportunidades científicas y tecnológicas que pueden revolucionar la sociedad.