En muchos países, incluidos España y Francia, se ha optado por generalizar la dosis de refuerzo como medida adicional para hacer frente a la variante omicron. De hecho, durante las pruebas de laboratorio se descubrió que la variante omicron era capaz de superar la protección causada por una infección anterior y también por la vacunación. Antes de ello, las administraciones decidieron aplicarlo a mayores de edad y a personas con inmunodeficiencias, ya que las evidencias científicas demostraron que, seis meses después de la segunda dosis, la protección mediante anticuerpos disminuía considerablemente. Teniendo en cuenta que el SARS-CoV-2 es especialmente perjudicial para los grupos citados, se optó por la aplicación de una tercera dosis (dosis de refuerzo), y que la extensión de la variante omicron ha sido la decisión correcta, ya que las tasas de hospitalización y de determinación han sido menores entre los receptores de dosis de refuerzo.
Sin embargo, no hay acuerdo entre los expertos sobre si todos los mayores de 18 años necesitan dosis de refuerzo. Y es que, aunque la inmunidad por anticuerpos disminuye con el tiempo, han demostrado que la inmunidad celular persiste en el tiempo. La Asociación Española de Inmunología, por ejemplo, ha afirmado que las personas sanas de 18 a 35 años no necesitan por el momento dosis de refuerzo, mientras que se debe investigar quién necesita una dosis de refuerzo cada cierto tiempo y de qué tipo.
Por otro lado, el Hospital Universitario de Canarias ha desarrollado un sencillo método para medir la inmunidad celular. Este método puede ser muy útil para decidir quién necesita la dosis de refuerzo y quién no. De hecho, los tests para medir anticuerpos son muy fáciles y baratos, pero se utilizan complejos tests serológicos para medir la respuesta celular. En su lugar, los investigadores canarios proponen un test de piel.
Este test es similar a la prueba de tuberculina o test Mantoux. Una especie de proteína S del SARS-CoV-2 es inoculada en la piel y si causa inflamación significa que los linfocitos T han respondido, es decir, que se ha activado la inmunidad celular.
Según los investigadores, el test puede ser útil para saber, por ejemplo, si una persona con inmunodeficiencia necesita otra dosis de vacuna.