Se inició como un prometedor nuevo supresor inmune. Actualmente se vende como un medicamento contra el cáncer que puede ser mejor que el taxol. La discodermalida es una lactona polihidroxilada, dissoluta Discodermis, aislada de la esponja que habita en el Mar Caribe a unos 200 m de profundidad.
Los ensayos realizados en 1990 demostraron que la discodermalida es muy efectiva para detener la proliferación de glóbulos blancos en la sangre y, por tanto, para detener los ataques del cuerpo al órgano o médula trasplantada. Pero cuando se aisló un compuesto más discriminatorio de un hongo, el interés por la discodermalida desaparece.
Sin embargo, en el Instituto Oceanográfico Harbor Branch de Fort Pierce en Florida, Ross Longley y sus compañeros mantuvieron el interés por el discodermalid. Se trataba de analizar cómo frena la reproducción de glóbulos blancos. Para 1993 se descubrió que el compuesto no mata a los glóbulos blancos, sino que cuando están a punto de fraccionarse, paraliza su actividad.
Junto a Billy Day, de la Universidad de Pittsburgh, y Ernie Hamel, del Instituto Nacional del Cáncer, Longley siguió adelante al tratar las células cancerosas de mama con discodermalida, demostrando que las frenan en un momento concreto del ciclo de fraccionamiento, que se produce tras dividir el núcleo por la mitad pero antes de empezar a dividir el citoplasma. La sustancia química interfiere con el proceso que ablanda el citoplasma para su fragmentación.
Antes de su fragmentación, la célula necesita destruir el citoesqueleto, una estructura de tubo microscópico formada principalmente por proteínas tubulinas. Estos tubos se descomponen antes de la división y se vuelven a formar en la nueva célula formada. Pero Hamel y Day descubrieron que cuando hay discodermalida, en lugar de “fundir” normalmente, los tubos se reforman en pilas rígidas. Al microscopio, el cambio en las células era espectacular, ya que se podían ver acumulaciones de tubos en forma de estrella sin ninguna estructura visible. Congelado en el tiempo el esqueleto celular, las células permanecían en ese punto del ciclo y murían después de 24 horas.
“Este es el mismo mecanismo de influencia que el taxol”, afirma Longley. El taxol, compuesto que sale de la superficie de la muela del Pacífico, es un tratamiento admitido para el cáncer de mama. Sólo se conocen dos compuestos aislados de levaduras que interrumpen la división celular impidiendo la descomposición del citoesqueleto.
Estudios pre-clínicos demuestran que la discodermalida es, al menos, tan potente como el taxol contra las células cancerígenas de mama y contra las células cancerígenas pulmonares. El alterado Longley dice que es ochenta veces más fuerte contra las células leucémicas. Hace una década, cuando se descubrió el compuesto, los químicos empezaron a trabajar rápidamente para conseguirlo en el laboratorio. Estas son buenas noticias, ya que hay al menos tres métodos.