En una obra, antes de empezar a utilizar lo construido o continuar con el trabajo, se debe asegurar que el hormigón ha alcanzado una cierta compacidad y es capaz de soportar cargas pesadas. Para ello, un equipo de ingenieros de la Universidad del Estado de Pennsylvania ha desarrollado un sistema automático “inteligente” que mediante un programa transforma los datos de temperatura en una escala de dureza predeterminada.
Para medir la temperatura interior del hormigón utiliza la misma tecnología que los termómetros digitales, almacenados en un chip. Este chip está programado y tiene un sistema de comunicación celular. Antes de echar el hormigón, los hilos del sensor de temperatura se introducen en los moldes de hormigón. Una vez vertido el hormigón, los cables se conectan con el medidor y el medidor con un teléfono digital. Por lo tanto, no es más que llamar al teléfono.