El cabo Kola, en el norte de Rusia, junto a Escandinavia, es la zona más contaminada de toda la tundra. La razón es la gigantesca fábrica de níquel. Según la planificación presentada por la compañía finlandesa Outokumpu y la compañía noruega Elkem para resolver el problema, la emisión de sulfuro se puede reducir en un 95% y la de metales pesados en un 98%.
Si los dueños del taller de níquel aceptasen esta propuesta, la transformación concluiría en 1995. Además, los gobiernos de Finlandia, Noruega y Suecia han decidido conceder una subvención de 600 millones de dólares.
Los ecologistas rusos desde hace tiempo hicieron pública su preocupación por la contaminación provocada por la fábrica de obtención de níquel, pero hasta hace poco el cabo de Kola ha sido una zona militar por lo que no se admitía ninguna discusión. A pesar de que todavía no existe una estadística fiable del impacto de la población en el entorno de la contaminación, sus doctores aseguran que el 90% de la población residente en la ciudad de Niquel sufre problemas respiratorios y nerviosos.
En un reportaje realizado recientemente por la radio ALL-Union Radio, se indica que en los 700 kilómetros cuadrados de la zona de Niquel no hay huella de vida; árboles, rayas, setas, insectos, hierba y frutos han desaparecido. Además, el animal más conocido de este cabo, el ciervo, está en grave peligro, ya que su medio natural está prácticamente desaparecido.
La Ministra de Medio Ambiente de Noruega, que hace dos años obtuvo la autorización para la instalación de centros de seguimiento en el cabo de Kola y los datos obtenidos en este corto periodo son muy significativos. Por ejemplo, la esperanza de vida de la población local es de unos 42 años.
Pero si se pone en marcha un plan de reactivación, dentro de cuatro años todo el cementerio puede ser un paraíso. ¿Se puede acabar con la naturaleza?