Investigadores del Instituto de Tecnología de Illinois (EE.UU.) explican cómo los insectos mueven sus alas tan rápido. Se ha comprobado que la respuesta está en las proteínas miosina y actina, sobre todo en la miosina.
Ya sabían que la relación entre estas proteínas es la contracción y relajación del músculo del ala. La cuestión es que un movimiento tan rápido no puede ser controlado por los impulsos nerviosos. Y descubren que la miosina, al igual que lo hacen los muelles, almacena energía elástica en cada contracción y la libera en la siguiente aleta.
El descubrimiento es muy importante, pero la técnica utilizada tampoco es de broma, ya que han seguido la actividad de la miosina con fotografías instantáneas, sincronizando los rayos X con el movimiento de las alas de una mosca. Para ello, han amarrado una mosca y le han hecho creer que está volando con el viento y los juegos de luz.