Una vez más, la aplicación de la ingeniería genética ha provocado conflictos en el mundo rural. De hecho, la tecnología desarrollada recientemente no es apta para la broma. Según el acuerdo firmado entre el Departamento de Agricultura de Estados Unidos y una gran compañía de semillas de cereal, la compañía ha obtenido en pocos años una patente para vender semillas estériles.
Los agricultores pasarán a manos de grandes multinacionales. Y es que de esta manera no podrán hacer lo que siempre han hecho, es decir, recibir cada año parte de la cosecha para la siguiente. Los esfuerzos de las grandes compañías de semillas se han centrado en producir semillas inviables o estériles. Ya se conocen varios casos, pero la técnica desarrollada ahora es válida para la mayoría de los cultivos.
La proteína resultante de la activación de una secuencia del gen llamado LEA (Late Embryogenesis Abundant) esteriliza las semillas de la planta adulta. Han surgido grandes controversias en torno a este tema, según los técnicos de la administración, que hacer que sus semillas vuelvan a fecundarse puede ser un robo y, según ellos, con esta técnica se aplica a las semillas una especie de Copyright.
Los campesinos y sus sindicatos se han enfadado con la decisión y afirman que están robando la información genética de los cultivos que han ido mejorando a lo largo de los siglos.