En Israel, un yacimiento cercano a la ciudad de Jerusalén, han descubierto el fósil de una serpiente de 95 millones de años, fósil de una serpiente con patas. El fósil es el segundo de las mismas características (ambos en el mismo yacimiento) y ha generado numerosas preguntas sobre la evolución de las serpientes. En un principio se pensaba que las serpientes con patas eran una cadena entre serpientes modernas y reptiles marinos, y el descubrimiento de fósiles en un lugar de ambiente marino reforzó la teoría de origen acuático de las serpientes. Pero el último fósil de Jerusalén lo ha puesto en duda.
Los dos fósiles encontrados por los nuevos estudios indican que están por encima de lo esperado en la cadena evolutiva y, aunque son extremadamente patas, se parecen mucho a las serpientes modernas. Los fósiles de Jerusalén no son, por tanto, antiguos antepasados de serpientes. Pero, ¿por qué estas especies eran patas? Los investigadores no han podido dar una respuesta concreta a la pregunta, pero parece que las patas perdidas por los antepasados volvieron a aparecer en estas especies, desapareciendo de nuevo en las siguientes generaciones. Los fósiles de Jerusalén retrocedieron en la evolución. Las preguntas son más numerosas que las respuestas en Jerusalem.