Anticonceptivos masculinos, siempre para el futuro

Galarraga Aiestaran, Ana

Elhuyar Zientzia

Publicado en Berria el 12 de febrero de 2021

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Representación de un espermatozoide. - Ed. Ciencias Españolas/CC-BY-SA 3.0
La brecha salarial, la doble jornada, la responsabilidad del cuidado, el acoso sexual... junto a estos indicadores de discriminación de género, hay otro que a menudo queda en silencio: la responsabilidad de los embarazos. Prueba de ello es la diferencia en los anticonceptivos para mujeres y hombres: aunque las mujeres tienen once métodos a elegir (siempre para los que pueden elegir), los hombres sólo tienen dos: el preservativo o el condón y la vasectomía.
 
Detrás de esta diferencia no hay razones biológicas o fisiológicas, sino sociales y culturales: la haurgía es cosa de las mujeres y su impedimento. Pero en la práctica no es muy eficaz: en el mundo, la mitad de los embarazos son involuntarios. El hecho de que los hombres tengan más anticonceptivos en su elección no sólo no cambiaría la situación, sino que significaría que algo ha cambiado: los hombres se preocupan más de la reproducción que hasta ahora.
 
De hecho, en los últimos años ha habido más de un anticonceptivo masculino que ha llegado a las últimas fases de las sesiones clínicas, pero no ha conseguido la autorización de comercialización porque no ha recibido el impulso económico necesario. Dicho de otro modo, a las compañías farmacéuticas no les ha parecido un buen negocio.
 
En 2016, por ejemplo, se suspendieron las sesiones clínicas de un anticonceptivo hormonal para hombres por efectos secundarios. No por ser más grandes que los que afectan a las mujeres, que eran el acné, los cambios de humor y el engorde. Es decir, similares a las que muchas mujeres tienen. Pero, a diferencia de las mujeres, la compañía preveía que los hombres no los aceptarían, por eso decidió no continuar con la investigación. Lo mismo sucedió dos años después, en 2018, con otro anticonceptivo: la inyección con jeringuilla era efectiva y segura, pero la administración no tuvo buena acogida.
 
Sin embargo, según la revista Nature parece que algo está cambiando, ya que se está investigando en más de un anticonceptivo masculino, aquí y allá. Por ejemplo, II sesiones clínicas. En esta fase se encuentra un anticonceptivo hormonal que lleva testosterona y una progestina sintética. Un aspecto positivo en comparación con los estudios previos es que se trata de un gel que se introduce extendido en la piel. Por el momento ha dado buenos resultados y aunque COVID-19 ha suspendido la recogida de voluntarios para ensayos clínicos, esperan que pronto lleguen las 400 parejas heterosexuales que necesitan en Estados Unidos, Europa, Sudamérica y África.
 
Al margen de las hormonas, se están probando métodos reversibles que impiden el paso de los espermatozoides. Uno de ellos es el denominado RISUG. Se está desarrollando en la India y se basa en un hidrogel (tubos cortados en vasectomía) que se inyecta en diferentes tubos. Los componentes del hidrogel inhiben los espermatozoides de forma eficaz y segura. Para su recuperación basta con deshacer la hidrogel. Ahora se trata del III. está en fase, es decir, en la última que tiene que superar para recibir la autorización de comercialización.
 
Sería una buena noticia que estos anticonceptivos o similares llegaran al mercado y, mejor aún, que tuvieran una buena acogida y que los hombres compartieran la responsabilidad de los embarazos.
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