Estamos acostumbrados a elegir entre blanco y negro, a estar a favor o en contra. Seguimos con esta tendencia: la economía o la salud; las escuelas cerradas o abiertas; la máscara siempre o nunca; el virus se transporta por aerosoles o sólo por gotitas grandes; la vacuna será totalmente segura o peligrosa; el confinamiento es una solución o un castigo inútil...
Muchas de estas dicotomías no son reales. Aunque todavía hay muchas preguntas sobre el covid-19, los científicos están dando algunas respuestas. Pero su integración no siempre es fácil.
Un claro ejemplo de ello es la cuestión de los aerosoles. El debate abierto por los medios de comunicación ha llenado de dudas a la población, pero se basa en una falsa dicotomía: no hay una separación clara entre las gotitas y los aerosoles: en el aire que sale de las vías respiratorias hay gotas de diferentes tamaños, desde las que se pueden ver hasta los ñimiños (que se llaman aerosoles).
Todos pueden transportar virus. Las gotas más grandes, al ser más pesadas, caen inmediatamente, por lo que para evitar que otras se infecten, basta con dejar dos metros de distancia a ellas. Los aerosoles, por su parte, son más ligeros, llegan más lejos y duran mucho tiempo en el aire. Las máscaras y la ventilación son las medidas más efectivas para detener la transmisión a través de ellas.
¿Por qué no se han adoptado estas medidas desde el principio y por qué no se da más importancia a la ventilación? Esta pregunta tampoco tiene la única respuesta, y además hay que reconocer que los científicos también han tardado en obtener pruebas consistentes de la transmisión por aerosoles.
Sin embargo, a medida que se han ido obteniendo evidencias, organismos oficiales (Organización Mundial de la Salud, Centro de Control y Prevención de Enfermedades de EE.UU., Ministerio de Sanidad español, etc.) han revisado los protocolos teniendo en cuenta el riesgo por aerosoles. Además, las autoridades también han renovado las normas, y en la mayoría de los lugares las máscaras son obligatorias. Sin embargo, las adaptaciones para garantizar la ventilación aún no se han extendido a todo.
Y es que para la implantación de nuevas medidas es imprescindible una buena comunicación y una medida comprensible y razonable. Sin embargo, con esto no basta, sino que también es necesario disponer de recursos suficientes para su cumplimiento. Por ejemplo, el Gobierno alemán destinará 500 millones de euros a sistemas de mejora de la ventilación, especialmente en edificios públicos, escuelas y universidades.
La dicotomía más falsa es la económica y la sanitaria. De hecho, los países que más han golpeado el covid-19 son los que están sufriendo mayores pérdidas económicas y viceversa, mientras que los que están logrando controlar la peste también han mantenido la economía. España es uno de los primeros países del mundo, y la razón de ello se explica con crudeza por la revista científica The Lancet: los recortes en el sistema sanitario y en los servicios sociales que se han producido durante años han provocado que la situación epidemiológica sea tan grave.
En estos tiempos de incertidumbre no es fácil encontrar fuentes fiables y distinguir el grano de la paja. Para ello es necesario tener una actitud crítica y tener en cuenta que, a menudo, la respuesta estará en el rango de los grises.