Pruebas destruidas

Los restos de explosivos que pudieran existir en un avión accidentado pueden desaparecer en las aguas marinas en un corto espacio de tiempo, eliminando las pruebas que pudieran ayudar a explicar las causas del accidente.

A esta conclusión llega el químico Frank Fox. Este estudio se debe al accidente ocurrido en julio de 1996 en la costa atlántica de Estados Unidos. Un terrible accidente en el que murieron 229 pasajeros del Boeing 747, que explotó misteriosamente en medio del mar.

Algunos tramos se quedaron sobre el agua y otros se recuperaron meses después.

En los estudios detallados realizados para explicar las causas del accidente se detectaron restos de explosivos, por lo que los investigadores preguntaron al Sr. Fox sobre la supervivencia de estos explosivos en las aguas marinas.

El estudio ha arrojado sorprendentes conclusiones, ya que los restos de explosivos que se depositan sobre la lámina de aluminio en las aguas marinas desaparecen rápidamente. La explicación no es sencilla, pero por ejemplo, los explosivos pueden disolverse en el agua o descomponerse por microbios y luz. Sin embargo, los investigadores que llevan adelante el caso no han hecho demasiado caso al químico y acusan al químico de chispas generadas en el depósito de combustible del accidente tras la explosión.

Babesleak
Eusko Jaurlaritzako Industria, Merkataritza eta Turismo Saila