¿La foca en lugar de elegir algo?

¿Por qué no se tumban las focas en las playas? Un biólogo canadiense afirma que no es por no estar al sol, sino por protegerse de los depredadores y reparar la piel

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Peter Watts, de la universidad británica de Columbia, acaba de realizar tres años de investigación sobre la foca común (Phoca vitulina). Un resultado es que el riesgo de que otras focas se alimenten en el mar hasta el primer año oscila entre el 50% y el 80%.

Pero vivir en el mar es algo más que vivir amenazado, es al mismo tiempo bueno y malo, según Watts. Combatir las ondas y las corrientes marinas supone un gran gasto energético. El agua enfría la piel de la foco y reduce el riesgo de enfermedad.

Estar en tierra también tiene su peligro. Por ejemplo, con un calentamiento excesivo pueden morir. La capacidad de conducción de calor del aire es del 4% de la capacidad del agua y además tiene una capa de grasa para no perder calor en el agua. La capa de grasa tiene una anchura de varios centímetros y dificulta el flujo de calor.

El color de la foca es oscuro, no tiene la capacidad de sudar y las aletas no expulsan más del 30% del calor corporal, por lo que el calor se acumula fácilmente. En días soleados pueden llegar a calentar más de 15ºC en media hora.

Watts ha descubierto que las focas, cuando están en las playas, tienen muchas vías para combatir el sobrecalentamiento. Cuantificó las focas existentes en las islas Puget Sound de Seattle y calculó para cada isla el “índice de flujo de calor”, una combinación de radiación solar, velocidad del aire y temperatura del aire.

Descubrió que las focas evitaban las islas con mayor flujo de calor. Descubrió que las horas de desembarque varían según la época del año. En primavera, aunque van a la playa al mediodía, en verano suelen ir a la tarde.

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