El neurocientífico John McGann ha afirmado recientemente en la revista Science que, a pesar de estar convencido de que los seres humanos tenemos un escaso olfato frente a los perros y otros animales, no es más que un mito. El responsable de este mal mito es el prestigioso cirujano cerebral Paul Broca. Él descubrió que el olfato ocupa proporcionalmente menos espacio en el cerebro que en otros animales, lo que lo relacionó con el escaso olfato. Para McGann, sin embargo, esto no demuestra que tengamos peor olfato, ya que el número de neuronas del bulbo olfativo es similar.
McGann cree que hemos creído culturalmente que para ser una persona racional no puede depender del olfato, de alguna manera nos pondría a la altura de otros animales. Pero en su opinión, los seres humanos tenemos la capacidad de distinguir un billón de olores, al igual que otros mamíferos, y el bulbo olfativo está organizado en 5.600 glomérulos, mucho más que los ratones (1.800). El análisis de la influencia que los genes, la neurogénesis y otros factores pueden tener en la sensibilidad a los olores ha puesto de manifiesto que cada especie es más sensible a ciertos olores. “Los perros pueden ser mejores que los seres humanos en la separación de las orina y quizás los seres humanos en la separación de los olores de los vinos”.
Según el investigador, es muy importante el olfato, ya que influye en el comportamiento humano: aunque sea de forma inconsciente, influye mucho en cómo nos perciben los demás, en nuestra relación con los demás, cuando elegimos la pareja, en qué vamos a comer, etc. Es una característica que se nos esconde con mucha fuerza en la memoria, y los olores nos recuerdan fácilmente los recuerdos y las emociones.
Es más, McGann afirma que algunos estudios han demostrado que el inicio de la pérdida de olfato puede ser un signo del inicio de los problemas de memoria, como el alzheimer y el parkinson, y que los médicos deberían reflexionar sobre la importancia del olfato.