Para los que nos preocupamos por la ciencia, lo que está sucediendo hoy en Rusia es un fenómeno preocupante. El pueblo ha perdido la fe en la ciencia y ha encontrado la nueva creencia en las parecidas y pseudociencias. Las cuñas de paracencia captan la atención de la gente y son muchas las máquinas que están ganando fama. Un ejemplo de esta gran influencia es el éxito electoral de Vladimir Jirinoski. Y es que el d.K. Kashpirovski, que dice que puede curar casi todo por televisión, lo hizo a su favor.
Los viejos regímenes fueron impulsados con fuerza por la ciencia y la tecnología; la Unión Soviética contaba con un excelente periodismo científico que vendía millones de ejemplares de libros y revistas científicas. Sin embargo, con el debilitamiento de la fuerza soviética sus símbolos se han vuelto despreciables. En eso puede estar la clave.
La inundación de la paridad y la pseudociencia es, sin embargo, preocupante, ya que está destruyendo las fortalezas más fuertes. También ha ahogado al prestigioso periódico Izvestia, que se ha mostrado firme en contra de esta tendencia, con nuevos reportajes publicados sobre un tractor guía que ha inventado la máquina del tiempo.
No creas que nosotros, en Euskal Herria, estamos mejor, porque no hay más que mirar los anuncios pegados en las paredes de nuestras calles, cuántos castaros, charlas, eventos, etc. para ver si se ofrecen extravagantes y paracenosos.