Un reciente estudio publicado en la revista especializada Boreas muestra las huellas del ciervo de nieve en la península ibérica. De hecho, al tratarse de una especie adaptada al clima frío, hoy en día la oreína de nieve habita en zonas próximas al Polo Norte, pero en el Pleistoceno Medio y Superior estaba mucho más extendida, llegando incluso a la península Ibérica. Según el estudio, la extensión de la especie se circunscribió al norte de la península y vivió sobre todo en el Cantábrico oriental.
En la investigación han participado investigadores de la Sociedad de Ciencias Aranzadi y del Museo Vasco de Bilbao, bajo la dirección de Asier Gómez-Olivencia, del Museo de Historia Natural de París. Entre los nuevos fósiles del renombre se encuentran algunos de los más antiguos de la península ibérica. Han sido localizados en el yacimiento de Arlanpe, en Lemoa, y tienen entre 130 y 180 mil años, es decir, pertenecen al final del Pleistoceno medio.
En Bizkaia se han encontrado restos en otros 10 yacimientos, en Gipuzkoa en 17 y en Cantabria en 13. Además, en el Pirineo occidental, en Girona, existen unos pocos yacimientos (cinco) que contienen fósiles de ciervo de nieve. Al sur, sin embargo, no han encontrado fósiles de ciervo de nieve, al contrario de lo que parece, a diferencia de otros animales de clima frío, los rinocerontes y los mamuts peludos se extendieron por toda la península, las zonas central y sur no eran aptas para ellos.
Sin embargo, como se explica en el artículo, las manifestaciones artísticas del renombre superaron esas limitaciones. De hecho, en la investigación se han centrado no sólo en los fósiles sino también en las manifestaciones artísticas, y aunque han encontrado menos manifestaciones que en otros lugares de Europa, algunas de ellas se encuentran en lugares sin fósiles como Guadalajara. En palabras de Gómez-Olivencia, esto sugiere que en aquella época había comunicación y/o migraciones entre grupos humanos, “como cuando se encuentra material que no existe en un lugar, por ejemplo, fiebre”.