En los últimos años la Tierra se está calentando y los mensajes de gravedad se han extendido con frecuencia. El aumento de la concentración de gas carbónico en la atmósfera en más de un 50% en los últimos cien años ha llevado a la justificación inmediata de las noticias que anuncian el calentamiento de la Tierra.
Sin embargo, según un informe publicado recientemente, en el Polo Norte las temperaturas no han subido y han disminuido. Para llegar a este resultado se han analizado 27.000 medidas de temperatura realizadas por estaciones rusas entre 1954 y 1990. Por tanto, y al menos a corto plazo, el efecto invernadero ha quedado totalmente descartado.
Según estos datos, las interacciones entre el mar, el hielo y la atmósfera no se conocen bien. Mediante mediciones realizadas en laboratorios, la capacidad de reflexión estimada para cada una de estas superficies es: 10% para el mar, 20% para la tierra y 80% para el hielo. Pero estos valores obtenidos en los laboratorios varían mucho en los polos.
La implantación de modelos lineales que permitan hacer previsiones a largo plazo es un riesgo. Además, todavía quedan oscuros vaivenes en la historia de la climatología. Entre los años 1100 y 1375 se cultivaron los viñedos en el Reino Unido gracias al clima templado del hemisferio norte, y en Groenlandia los vikingos se dedicaron a la agricultura; entre 1450 y 1850 se produjo una pequeña época de hielo en el hemisferio norte, lo que provocó que el río Sena se helcomún.