Los servicios sanitarios de Bagdad se han visto seriamente dañados por los bombardeos. La detección de plagas es prácticamente imposible debido a la rotura de los ordenadores de la Ministra de Sanidad y a la escasez de agua existente en la ciudad.
Según Ali Khogali, miembro de la Organización Mundial de la Salud, los casos de diarrea ocurridos en Bagdad se multiplican por cuatro. Además, el daño sufrido por la Ministra de Sanidad ha obligado a trasladar los servicios sanitarios a diferentes edificios sin teléfono. Como estos servicios estaban informatizados antes de la guerra, las consecuencias son aún más graves.
El suministro de agua potable se ha reducido hasta un 5%, es decir, la media de agua por persona es de un litro por día, mientras que para cubrir las necesidades mínimas se estima en 40 litros por día. Varias personas beben agua directamente del río Tigris.
La consecuencia directa de esta situación es la proliferación de tifus, cólera y hepatitis. Para hacer frente a este problema se han adoptado medidas inmediatas como la separación de antibióticos y sales de hidratación a la población. Sin embargo, Khogali insiste en que esta división tiene que ser cuatro veces mayor para evitar que se produzcan graves plagas.