Los grabados de Atxurra se realizaron teniendo en cuenta la escenografía y el público

Galarraga Aiestaran, Ana

Elhuyar Zientzia

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Para analizar los grabados de la cueva de Atxurra, ha sido fundamental tener en cuenta todo el contexto arqueológico. Ed. Diego Garate en Maidaga

El equipo liderado por Diego Garate Maidagan, investigador del IIIPC de la Universidad de Cantabria, ha demostrado la complejidad de la planificación de los grabados en la cueva de Atxurra (Berriatua, Bizkaia). El trabajo ha sido publicado en abierto en la revista Scientific Reports con el título: Haciendo aparecer en el fondo de la cueva de Atxurra las habilidades y motivaciones de los artistas de Madelein.

Precisamente el propio Garate encontró grabados en 2015, junto con otro de los arqueólogos que ha participado en el estudio, Iñaki Intxaurbe Alberdi. La cueva, a 300 metros de la entrada y a 4 metros de altura, presenta una cornisa en la que se muestran las figuras de los animales grabados hace 14000 años: bisontes, cabras, caballos, ciervos… Junto a ellos encontraron los útiles de piedra y los carbones de los incendios que utilizaron para hacer los grabados.

Garate ha destacado que en la investigación publicada ahora han conseguido analizar todas las pistas a la vez y analizar las interacciones entre ellas. “A través de la interacción hemos comprendido cómo fue la acción del arte. El arte no es sólo hacer una imagen, es una acción compleja: tienes que entrar en una cueva, necesitas unos instrumentos especiales, tienes que iluminar, tienes que representar la posición del espectador… y todo eso crea una escenografía. Como si fuera un teatro”.

Esto exige una planificación compleja, como es el caso de los incendios: “No se pusieron para hacer grabados, sino para ver imágenes desde otro lugar. De hecho, el lugar ideal para ver animales es desde abajo. Por lo tanto, algunos hicieron arte y luego esas o otras personas fueron a ver esa obra. Esto significa que el arte no era un juego de niños, sino un acto de gran importancia social”, ha afirmado Garate.

Resultado de la interdisciplinariedad

Tampoco ha sido fácil llevar a cabo esta investigación que ha puesto de manifiesto la complejidad del proceso de grabación. Así lo reconoce Garate: “Hemos colaborado con un equipo muy amplio, con especialistas multidisciplinares, trabajando cada uno en una línea concreta. Por ejemplo, para analizar los grabados han trabajado Olivia Rivero Vilá y su equipo de la Universidad de Salamanca; los instrumentos de piedra han sido analizados por Joseba Ríos, director del Museo de Arqueología Garaizar; Maria Angeles Medina está en la Universidad de Alcaide Burdeos y se ha encargado de estudiar los carbones; la interacción con el público, o la visión de los grabados, la atención de los incendios en una cueva experimental, etc.

Estas han sido, por tanto, las principales líneas de investigación, y en cada una de ellas han participado muchos investigadores: “Por lo tanto, coordinar y sacar adelante ha sido un gran trabajo, pero muy enriquecedor. En la actualidad, la arqueología no es obra de una persona, sino trabajo en equipo”.

Así han conseguido identificar las herramientas que utilizaron para realizar cada tipo de rastro de grabados, que utilizaron el ano y el roble para hacer incendios y cómo era el diseño espacial, entre otros.

Sin embargo, con esta aportación no se ha agotado lo que puede aportar Atxurra. “Es un tesoro que todavía va a dar mucho. además, como tenemos una cueva experimental, podemos rehacer todo y sacamos mucha información. Han pasado ocho años desde que descubrimos los grabados y todavía hay trabajo”, afirma Garate.

 

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