Un grupo de geólogos estadounidenses descubre por primera vez la prueba de un volcán activo bajo la capa de hielo de la Antártida. Ha visitado el paraje de la Tierra de Marie Byrd, al oeste del continente. Allí hay muchos restos de volcanes antiguos, pero se pensaba que ya estaban apagados. Sin embargo, una red de sismómetros detectó una sucesión de temblores en los años 2010 y 2011, y ahora los estudios confirman que los movimientos de magma pueden ser. La profundidad ha sido la razón para afirmar que lo que se mueve es el magma y no el hielo: Entre 25 y 40 kilómetros han situado la fuente de la vibración. Ningún terremoto pudo ser debido a la duración de la vibración y a la frecuencia de la señal recibida. Este descubrimiento ha anulado, además, la creencia de que la Antártida estaba dormida desde el punto de vista sismológico.
En el mismo lugar de los movimientos, con señales de radar, han detectado una acumulación de cenizas volcánicas, de hace 8.000 años y que puede ser el cono de un volcán. Todo ello bajo casi 2 kilómetros de hielo. La cuestión es ahora, qué consecuencias puede tener este descubrimiento, ya que este tipo de vibraciones a menudo suelen ser avisos previos a las erupciones. Según los investigadores, la perforación de la capa de hielo por una erupción es imposible, pero puede afectar al movimiento de la capa. El agua fundida aumentaría la velocidad de las corrientes de hielo que se dirigen al mar, lo que provocaría un mayor vertido de hielo. Según los investigadores, no sería un vertido de hielo a gran escala, pero sí que se notaría y, por supuesto, afectaría al ascenso del nivel del mar.