Una lámina de aluminio y un láser pueden ser suficientes para dar un gran paso adelante en el tratamiento del cáncer.
Habitualmente se utilizan electrones de alta energía o rayos gamma procedentes de aceleradores lineales para irradiar y destruir tumores. Sin embargo, éstos actúan sobre otros electrones que encuentran en su camino al tumor y pierden mucha energía en el camino. Los protones, sin embargo, no interaccionan de este modo y la mayor parte de su energía la utilizan para destruir el tumor. Sin embargo, para acelerar los protones se necesitan gigantescos ciclotrones cuyo coste es enorme.
Un grupo de investigadores de la Universidad Michigan acaba de desarrollar una forma más económica de crear y acelerar protones: La lámina de aluminio de 10 micrómetros de espesor se irradian con pulsos láser de 400 femtosegundos. El potente campo electromagnético que genera el láser extrae los electrones de los átomos de hidrógeno de las moléculas de agua condensadas sobre el aluminio y los expulsa en la dirección del rayo. Los núcleos de hidrógeno que han quedado sin electrones, los protones, se repelen violentamente y disparan los rayos junto con los electrones. El resultado es un pulso de 10 billones de protones y 2 megaelectronvoltios de energía. Para destruir las células de los tumores se necesita una fuente de energía centenaria, pero los investigadores creen que con un láser de mayor potencia y pulsos de 20 femtosegundos se puede obtener esta energía 100 veces por segundo.
Los inventores esperan que el aparato esté listo para ser utilizado en hospitales dentro de cinco años. Tiene grandes ventajas respecto al ciclotrón, además de la ventaja económica mencionada: el aparejo necesita mucho menos espacio y genera un rayo más fino, 10 micrómetros de ancho frente a unos milímetros del ciclotrón. Por ello, puede ser especialmente indicado para el tratamiento de tumores cerebrales.