Un bosque de cenizas

Etxebeste Aduriz, Egoitz

Elhuyar Zientzia

Un bosque de cenizas
01/07/2011 | Etxebeste Aduriz, Egoitz | Elhuyar Zientzia Komunikazioa
(Foto: Manu Ortega)

"Recuerdo que me pareció muy raro", afirmaba el ecologista Dave Wilkinson de la Universidad John Moores de Liverpool, que la primera vez que estuvo en la isla de Ascension se estaba contando al BBC. Se refería concretamente a la selva tropical de aquella isla: "Había infinidad de plantas que nunca aparecen juntas en la naturaleza, una al otro. Luego descubrí la de Darwin, la de Hooker y todo lo que pasó..."

El 19 de julio de 1836 Darwin llegó a la isla de Ascension, en el centro del Atlántico (1.600 km de África y 2.250 de Sudamérica). Llevaba 5 años viajando por todo el mundo en el Beagle y se dirigían a casa. Ascension estaba en manos de los británicos; allí vivían pocos militares y marineros y algún ex-esclavo negro. Darwin esperaba una carta. Desde Cambridge, el doctor John Henslow le contaba que su viaje y sus descubrimientos tuvieron gran repercusión en Londres y que, cuando volvía, iba a tener cabida entre los grandes hombres científicos.

Con estas buenas noticias se lanzó a explorar la isla de Darwin. Escribió en sus observaciones que el clima era una isla volcánica terrestre. "Las colinas cónicas rojas vivas, generalmente de pico plano, se alzan sobre una superficie de lava negra cocida. La colina central de la isla parece ser el padre del resto de conos más pequeños. Se le llama Green Hill (colina verde) por su débil tono verdoso, algo que apenas se percibe desde el fondeadero. Para redondear este lamentable paisaje, un mar salvaje castiga las rocas negras de la costa".

Allí no había ni rastro de la selva tropical que Wilkinson encontraría en 2003. "En la costa no crece nada, un poco más allá alguna hierba de caña a veces y unos pocos saltamontes, auténticos amigos del desierto. En las colinas centrales, un poco de hierba, como las peores zonas de los montes galeses... En la isla no hay ningún árbol. En ese sentido, y de todos los demás, es mucho menos que Santa Helena". De hecho, Darwin provenía de la isla de Santa Helena y recordó las palabras de sus habitantes: "Sabemos que vivimos en una roca, pero los pobres de la Ascension viven en una pila de cenizas". Darwin estaba de acuerdo con esas palabras.

Ascension era un punto estratégico para el británico. En su origen, en la isla contigua, en Santa Helena, acogieron la isla para la custodia de los Napoleones exiliados, temerosos de que los seguidores de Napoleón dejaran de utilizar Ascensio para ayudarle a escapar. Pero siguió siendo una estación interesante para los barcos que atravesaban el Atlántico.

Estratégico sí, pero no era un lugar cómodo para vivir. Y el principal inconveniente para el crecimiento de este destacamento era la escasez de agua. Darwin quedó fascinado al ver qué bien aprovechaban las fuentes naturales de la isla. Desde el Green Hill hasta la costa se llevaba el agua a través de los tubos y se gestionaba muy rigurosamente, "no se desperdiciaba una gota", decía Darwin. Sin embargo, el agua era muy escasa. La isla era golpeada por el aire seco de la zona africana y, sin vegetación, la escasa lluvia que hacía se evaporaba rápidamente.

En la cabeza de Darwin empezó a crear un plan. Pensó que en aquel desierto se podía crear un oasis verde. Y conocía a la persona idónea para llevar adelante aquel plan: su amigo Joseph Hooker, botánico, y, como Darwin, el valiente explorador.

Siete años después, Hooker Ascension quedó de vuelta de una expedición de la Antártida. Y recordando las sugerencias de Darwin, puso en marcha un plan para igualar la isla. La idea era sencilla: plantarían árboles que atraparían la humedad, evitarían la evaporación y se recuperarían esos suelos desérticos.

Con la ayuda del jardín botánico Kew de Londres --dirigido por el padre de Hooker - empezaron a llegar a la Ascension barcos de árboles y arbustos. Al principio todos los meses y a partir de 1850 dos veces al año; en noviembre desde Inglaterra y en mayo desde el cabo de la Buena Esperanza (Sudáfrica).

Para 1870, Green Hill tenía una abundante vegetación: los eucaliptos, los pinos, los bambú y los plataneros crecían abundantemente. Las notas que el biólogo británico Alister Hardy escribió en 1920 sobre la isla no tienen nada que ver con las que escribió Darwin: "Hay largos eucaliptos en las márgenes de los caminos, arbustos floridos, coníferas, palmeras de todo tipo, pastando ovejas en prados entre zonas de bosque cerrado."

En la actualidad, Wilkinson describe la vegetación de Green Hill como una "selva nubosa". La selva captura el agua que se evapora del mar formando un oasis húmedo. Es una selva muy especial, ya que es totalmente artificial. A Wilkinson le parece "emocionante". De hecho, este tipo de ecosistemas se debe a la coevolución de las especies durante millones de años. Por su parte, en Ascension consiguieron crear en unas pocas décadas un ecosistema sostenible capaz de avanzar por sí mismo.

Etxebeste Aduriz, Egoitz
Servicios
277
2011
Otros
023
Historia
Historias
Biblioteca
Babesleak
Eusko Jaurlaritzako Industria, Merkataritza eta Turismo Saila