El mundo sin nosotros

Galarraga Aiestaran, Ana

Elhuyar Zientzia

¿Qué pasaría si de repente desapareciera la especie humana en el mundo? Para responder a esta pregunta, hemos invitado a tres investigadores de la UPV a realizar un ejercicio de imaginación: La filósofa Arantza Etxeberria, el zoólogo Kepa Altonaga y el bioquímico Unai Ugalde. Esperando que sean de su interés, queremos invitarle a leer sus respuestas. ¿Y luego te atreverías a buscar respuesta?
El mundo sin nosotros
01/06/2008 | Galarraga Aiestaran, Ana | Elhuyar Zientzia Komunikazioa

(Foto: De archivo)
En respuesta a la primera pregunta, ya existen varios artículos y libros. Entre los más conocidos se encuentran el artículo "Imagine Earth without people" ("Imagina el mundo sin nosotros"), del biólogo Bob Holmes, en la revista New Scientist, y el libro The world without us ( El mundo sin nosotros ), del periodista Alan Weisman. Cuando les llamamos para proponer la realización de este ejercicio o juego, les hicimos una mención a esos dos trabajos, pero sin ataduras a ellos les pedimos que jueguen libremente. Una semana después de poner el tema nos reunimos con cada uno.

Arantza Etxeberria: importancia de la pregunta

Empezando a pensar en esta pregunta, como filósofo se me ocurre cuanto ha cambiado el pensamiento de la sociedad en los últimos años, y sobre todo en el XX. En el siglo XX.

La tradición filosófica siempre ha considerado al hombre como el centro de la creación. Hasta hace poco se pensaba que la Tierra y todos los recursos de la Tierra estaban al servicio del hombre. Ahora eso ha cambiado, el hombre ha redescubierto la naturaleza, nos hemos dado cuenta de que tenemos una relación profunda con la Tierra en su conjunto y con otros seres vivos: somos capaces de ponernos en su lugar, sentimos algún miembro. Por eso, ante vuestra pregunta, podría decirse que sería beneficioso para la Tierra y para los demás seres vivos que habitan en ella desaparecer. Y eso es una revolución.

El sistema de valores está cambiando; el XIX. y XX. Prestigiosos ecólogos del siglo XX señalaron que la naturaleza tiene valor por sí misma, más allá de lo que nos aporta o de lo que nosotros asumimos. Sin ellos, ahora nadie haría esa pregunta y, mucho menos, nadie pensaría que la situación que plantea la pregunta sería beneficiosa para la vida. Pero hemos perjudicado tanto al ecosistema, ahora parece lógico pensar que sin nosotros florecerían y se desarrollarían.

La tradición filosófica siempre ha considerado al hombre como el centro de la creación.
© Luc Viatour GFDL_CC

Existen dos líneas de reflexión sobre el valor de la vida, tanto individual como global. La mentalidad de que lo más valioso es lo individual se centra en la complejidad de los seres, y ahí hay que destacar que con la desaparición del ser humano desaparecerían la inteligencia y las expresiones culturales a largo plazo. Sin embargo, la complejidad del ser humano está ligada a otros seres vivos y nuestras capacidades de pensar, sentir y hacer no están tan lejos de las de otros animales. De ahí el reconocimiento de las obligaciones con los animales y, en algunos casos, de sus derechos, su bienestar. Sin embargo, la desaparición de nuestra especie sería una pérdida enorme desde esa complejidad individual.

Por el contrario, la preocupación se centra en un conjunto que cada vez tiene más fuerza en la ecología y la filosofía: si vivimos como ahora nos perdemos, la vida ganaría en su totalidad, al menos en la medida en que aumentaría la biodiversidad. Y esa respuesta nos exige un cambio de vida profundo.

Kepa Altonaga: nuevo equilibrio

Aquí tengo otro libro, After man de Dougal Dixon. A zoology of the future , en este libro se explica cómo puede ser la fauna en la Tierra 50 millones de años después de la desaparición del hombre. Es muy interesante, pero hay que tener en cuenta que es de 1981, y en aquella época no se admitía que en el pasado pudieran haber catástrofes terribles que afectarían a la evolución. Posteriormente surgió la teoría que relaciona la desaparición de los dinosaurios con el impacto del meteorito. Sin embargo, este libro es anterior a la creación de esta teoría.

El autor plantea al inicio del libro que habrá un cambio climático que, como el ser humano ha pasado mucho tiempo fuera de la influencia de la evolución, no podrá adaptarse y desaparecerá. A partir de ahí explica qué habría hecho la evolución. Al principio habría un tiempo totalmente caótico, ya que sin seres humanos la situación cambia radicalmente y en esta nueva situación hay que conseguir el equilibrio. Según Dixon, este equilibrio alcanzará los 50 millones de años después de la desaparición del hombre.

Entonces, el bioma con bioma propone los animales que van a estar en cada una de ellas. Por ejemplo, en bosques y prados de clima templado propone algunos animales procedentes de conejos. Por supuesto, también habría depredadores y a partir de las ratas inventa lobos como ratas. Parecerían ratas, pero serían más grandes y cazarían en grupo. En el subsuelo, por su parte, predominarían los animales procedentes de los topes.

Arantza Etxeberria es profesora del Departamento de Lógica y Filosofía de la Ciencia en la UPV.
A. Galarraga
En definitiva, ¿qué hay en este libro? Dixon piensa que el hombre ha desaparecido por un cambio gradualista y 50 millones de años más tarde estos animales están en la Tierra. Desde 1990, sin embargo, las catástrofes tienen otra aceptación. Desde esta perspectiva se analizan ahora las cuestiones de especiación post-destructiva.

Por ejemplo, ahora entendemos que hace más de 65 millones de años los dinosaurios dominaron parte de la historia de la Tierra. Pero cuando desaparecieron, dejaron varios nichos ecológicos vacíos. El resto de especies entraron entonces en una carrera en la que, por su capacidad personal y por su capacidad de adaptación, hubo vencedores evolutivos. De este modo, los mamíferos experimentaron un espectacular auge, mientras que las aves también ocuparon diferentes rincones.

Y aquí hay una cosa interesante. ¿Cuándo los mamíferos y las aves ocuparon el espacio dejado por los dinosaurios? Pues entre 35 y 45 millones de años después de su desaparición. Entonces, si ahora planteamos que el hombre desaparecerá, y viendo lo que ha sucedido en el pasado, podemos pensar que se necesitarán unos 50 millones de años para lograr el equilibrio. Precisamente ese tiempo es el que menciona en su libro Dixon.

Y en ese nuevo equilibrio, ¿qué? Posiblemente un equipo prevalezca. El dominio actual del ser humano es un epifenomeno, es decir, un fenómeno secundario. Los mamíferos son el grupo principal y dentro de ellos se encuentra el hombre. En una época determinada se ha impuesto, pero a escala geológica es sólo un momento.

Por lo tanto, una vez que el hombre ha desaparecido, un grupo va a dominar, no una sola especie. Habría que ver qué condiciones hay en la Tierra en este caso y los que mejor se adaptan a esas condiciones avanzarán. Por ejemplo, hoy en día, los animales que más sufren las consecuencias humanas son los grandes mamíferos, como los primates y otros muchos animales que se están quedando sin hábitat. Para ellos sería bueno que el hombre desapareciera.

El zoólogo Kepa Altonaga es profesor de la UPV y divulgador científico.
Poly Fotografos

Pero si pensamos que las condiciones que supondría la desaparición del ser humano serán absolutamente perjudiciales para los seres vivos de hoy, se produciría una situación muy distinta. Por ejemplo, nosotros respiramos oxígeno, imprescindible para la vida, pero el oxígeno es una sustancia altamente contaminante que las cianobacterias aportaron del metabolismo. La evolución ha conseguido adaptarse posteriormente, pero en realidad el oxígeno es oxidante...

Entonces, por ejemplo, si al desaparecer el hombre se quedara una gran radiactividad, hay bacterias que viven bien con ella, y quizá de ahí la evolución. Sin embargo, los isótopos radiactivos se estabilizarían con el tiempo y entonces la situación sería otra, mientras que los seres vivos iban adaptándose a esta situación. Y otro meteorito puede caer en ese tiempo...

Al margen de esto, hay que tener claro que las especies que se pierden cuando se produce un cambio de estas características no se devuelven: los dinosaurios desaparecieron y no vuelven a aparecer. Con nosotros pasará lo mismo. Es decir, si se pierde el ser humano no volverá a crearse.

Unai Ugalde: la posibilidad de crear seres inteligentes

Al escuchar esta pregunta, lo primero que se me ocurre es ¿cómo desaparecería el ser humano? Al igual que en estos libros y artículos, se reconoce que el hombre ha desaparecido sin más y a partir de ahí podemos empezar a crear hipótesis. Pero para mí es interesante pensar cómo desaparecería el ser humano. Y es que para el mundo no es lo mismo perder solo al hombre que desaparecer con él otros muchos seres vivos.

Para empezar, habría que pasar algo muy evidente y grave para acabar con todos los seres humanos. 6.500 millones de personas repartidas por todo el mundo, y la muerte de todos por un solo agente es muy difícil. Creo que para matar a todos tendría que haber un cambio radical en la atmósfera; con otros desastres, creo que siempre quedaría alguien capaz de afrontarlo. Si la causa es una enfermedad, también debería provocar esterilidad... Es muy difícil.

(Foto: USGS)
Supongamos, por tanto, que se ha producido un gran cambio en la atmósfera, que es insostenible para los seres humanos y que mueren. Pero si es tan perjudicial para los seres humanos, afectará también al resto de los seres vivos. Sólo unos pocos sobrevivirían. Hay insectos seguros, estudios genéticos y evolutivos han demostrado que cuando se perdieron los dinosaurios, por ejemplo, los insectos avanzaron. También sobrevivirían algunas criaturas que viven en lugares singulares como el subsuelo, las cuevas y los fondos marinos.

Pensemos ahora que al cabo de un tiempo la atmósfera se recupera. Entonces, se produciría una nueva evolución; las especies perdidas no volverían a crearse, porque ahí estarían las supervivientes de la catástrofe, dispuestas a ocupar un espacio vacío.

En esta evolución aparecerían los primeros grandes invertebrados marinos, como las grandes medusas. Como no hubiera grandes depredadores, se desarrollarían mucho; tendrían nuevas estructuras de movimiento, como las velas...

También se extenderían otros grandes invertebrados, los cefalópodos, que se convertirían en reyes del mar. Quizás aparecieran algunas especies vertebradas, aumentarían algunos peces pequeños y comerían plancton. Los mamíferos estarían desaparecidos y ocuparían su lugar otras especies.

Tardaría millones de años en llegar y mientras tanto, en tierra no estaría vivo. Sin embargo, es probable que algunas semillas permanezcan después de este cambio en la atmósfera, como el musgo y algunos gimnospermos, así como los microorganismos y hongos. A partir de estas semillas, con el tiempo se produciría de nuevo la vegetación en la superficie.

El bioquímico Unai Ugalde es investigador del Departamento de Química Aplicada de la UPV/EHU.
A. Collins

En el mar la biodiversidad se iría incrementando y, como ocurrió antes, es muy probable que algunas especies de protección de los predadores salgan a tierra para ponerles huevos. Podrían moverse por el suelo, por ejemplo, gracias a estructuras como los tentáculos de los pulpos o... Avanzando en la evolución se crearían animales capaces de vivir en la superficie terrestre y con alas voladoras.

Eso sí, no serían como las actuales; tendrían otras estructuras, serían de otra manera. Sin embargo, se formarían cadenas de rapaces y se crearían redes jerárquicas.

Y yo no descartaría la posibilidad de crear seres inteligentes. De hecho, si hay una competencia igualada entre dos especies, prevalecerá lo que sea capaz de elaborar estrategias sofisticadas o de inventarse algo inteligente para anticiparse al otro. Por lo tanto, creo que se pueden crear seres inteligentes.

Galarraga de Aiestaran, Ana
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