No se puede decir que en Euskal Herria hay muchos museos. En general, nos encontramos con una pata corta respecto a la oferta museística y, por supuesto, los relacionados con la ciencia son mucho más escasos. Sin embargo, el Consejo Internacional de Museos de la UNESCO asigna a los museos dos funciones principales: por un lado, la conservación y el análisis del patrimonio cultural y, por otro, la función didáctica de que lo que se enseña sirva para la formación, información y disfrute del público. Por supuesto, estos dos objetivos básicos pueden ser discutibles, pero en general son asumidos por la comunidad internacional. A la hora de analizar nuestra situación, también hemos considerado útiles estos dos criterios.
En Euskal Herria tenemos 55 museos en este momento y en breve habrá que añadir otros proyectos: 8 museos en Bizkaia y 10 en Gipuzkoa.
Sin embargo, si analizamos las áreas de conocimiento recogidas en estos museos, podemos afirmar que la oferta es aún más reducida. De los museos existentes, pocos son los que abordan la ciencia y la técnica.
Como se ha mencionado anteriormente, la idea de hacer un gran Museo de la Ciencia en Euskal Herria está en la mente de muchos. Con el fin de impulsar una reflexión al respecto, la fundación Izurun publicó en noviembre del año pasado el libro titulado Museo de Ciencias y Técnicas para una sociedad avanzada, fruto de muchos años de trabajo. El autor del libro es Pablo Areso Barquin, director del departamento de Ciencia y Tecnología de la Fundación Izurun. Este trabajo ha contado con la colaboración del Departamento de Cultura del Gobierno Vasco, que además de un diagnóstico provisional incluye otras iniciativas como la redacción futura del programa del museo y la elaboración del proyecto técnico.
La mayoría de los museos de ciencia del País Vasco pertenecen a Ciencias Naturales. En general son colecciones de fósiles, minerales y conchas o se ocupan de otros grupos faunísticos. Sin embargo, la función didáctica está casi olvidada. Existen también colecciones de naturaleza privada de alto nivel científico pero sin interés pedagógico. Las Ciencias de la Naturaleza, la Arqueología Industrial y la Tecnología tradicional dominan nuestros museos. Pero, desgraciadamente, en Euskal Herria no hay ningún museo que trate la Ciencia Experimental ni que fomente la participación ciudadana. En el estudio realizado por Pablo Areso se destaca en primer lugar esta carencia.
En la búsqueda de lo que falta entre nosotros, Pablo Areso ha analizado los proyectos museísticos que están en marcha a nivel global. En su libro ha trabajado especialmente en los museos de ciencia y técnica de Europa. Las principales tendencias y modelos de estos museos se han tenido muy en cuenta a la hora de diseñar el modelo museístico propuesto para el País Vasco.
El punto de partida de la clasificación es el criterio cronológico. De hecho, a primera vista se ve claramente que cada museo es el resultado de la ejecución cultural de la época en la que se creó.
Siguiendo la clasificación realizada por la propia UNESCO, la museología actual distingue las dos funciones principales, pero se da prioridad a la educación sobre la conservación del patrimonio. Según esto, los museos ya no son sólo lugares de almacenamiento de objetos sino que se utilizan como herramienta educativa. El modelo museístico de esta década pretende contribuir al progreso de la sociedad, ampliando el conjunto de ideas, conceptos y conocimientos. Este es el modelo que Pablo Areso tiene en Euskal Herria a la hora de hablar de las ventajas que supondría un Museo de la Ciencia. Según un fragmento del libro, el museo no será una solución para todos los problemas, pero sería una buena herramienta para hacer llegar a toda la sociedad la cultura científica necesaria.
Los museos modernos ofrecen nuevos recursos educativos. Es un modelo complementario, es decir, no sustituye al profesor o al libro. A diferencia de éstos, trata de que el visitante interiorice correctamente la información científica que recibirá a través de recursos no formales ni académicos.
Sin embargo, cuando se habla de las funciones que deben cumplir los museos, la educación no se limita al alumnado. El objetivo de los nuevos museos es ser la casa de la cultura y la ciencia que llegará a toda la sociedad, ya que todos, adultos y niños necesitan alfabetización científica. Por último, los nuevos museos de ciencias necesitan estar al día para poder dar a conocer los cambios y las conclusiones de las investigaciones.
A pesar de ser un reto de futuro, el Museo de la Ciencia del País Vasco tiene sus bases sólidas. De hecho, Pablo Areso ha recogido ideas y sugerencias derivadas de la reflexión sobre el proyecto. El informe recoge no sólo la posible filosofía, sino también los problemas que deberá superar.
La filosofía del museo vasco se puede resumir en los siguientes principios generales:
Además de la filosofía, Pablo Areso ha recogido en su libro los problemas y sugerencias prácticas que se darán en el día a día del museo. Aprendiendo de lo visto, el autor enumera:
El modelo museístico propuesto por la fundación Izurun contribuirá a una visión humanista de la ciencia con todas sus relaciones e implicaciones. Según Areso, la nuestra es una cultura técnica en la que no se puede retroceder. Hay que enseñar a las nuevas generaciones a hacer un buen uso de la ciencia y sus aplicaciones. La educación científica será una condición indispensable para el desarrollo y para el bienestar y la economía de la sociedad.
El proyecto Museo de la ciencia y la técnica para una sociedad pionera está dirigido, en primer lugar, a las instituciones educativas, ya que el museo se considera un servicio complementario a la enseñanza. Por otro lado, para que se impregne en la divulgación de la ciencia, hay que dirigirse al resto de instituciones, empresas y colectivos. Cualquier persona que considere el Museo como un recurso educativo puede participar en esta reflexión, ya que, básicamente, es un reto para todos poner en marcha un proyecto de futuro. El museo estrechará y calentará las relaciones entre la comunidad científica y la sociedad.
Sabemos un poco más de museología y conocemos mejor las características de los museos actuales. Asimismo, Elhuyar analizará en los próximos números los museos de Euskal Herria relacionados con la ciencia y la técnica. A partir del mes de febrero entraremos en nueve museos vascos. Y para finalizar el año esperamos poder hacer un balance global.
Como hemos dicho desde el principio, en los museos de Euskal Herria predomina la función de conservar el patrimonio, mientras que la actitud de los visitantes es bastante pasiva, dejando de lado la función pedagógica en casi todos los casos. ¿El futuro Museo Vasco de la Ciencia nos permitirá ver, tocar, experimentar, jugar y aprender más sobre la ciencia?
Mientras tanto, conozcamos los museos vascos actuales. En los ejemplares 1997 visitaremos los siguientes museos: Museo vasco de Historia de las Ciencias de Leioa, Museo de Ciencias Naturales de Vitoria-Gasteiz, Acuario de San Sebastián, Museo de Ciencias y Técnicas de Bergara, Planetario de Pamplona, Museo del Mar de Biarritz, Exposición permanente de minerales y fósiles de Urretxu, Museo de la Técnica Vasca de Barakaldo y Museo de Espeleología, Minas y Tierras de la Capital.
He leído con interés el Museo de Ciencias y Técnicas para una sociedad avanzada de Pablo Areso. I. - Libro titulado: Porque muchas veces he pensado que un museo de ciencias como el que he podido ver en otros países, lo necesitábamos en Euskal Herria, y este libro aborda precisamente este tema. El número que lleva el subtítulo nos indica que tras este volumen podremos leer otro u otros aspectos de un mismo tema y además es algo parecido a la primera piedra del diseño de un nuevo museo de ciencia. La reflexión en busca del modelo tiene mucho sentido. Se parte del fin de los museos que hay en el extranjero para definir las principales pinceladas de lo que puede ser más adecuado para nosotros. En los museos de ciencias se observan dos tendencias principales, una de recogida y conservación de instrumentos y otra centrada en el enriquecimiento del conocimiento del visitante. El autor elige esta segunda opción y no falta razón. Los museos basados en este planteamiento me han dejado las mejores memorias. Serán veinticinco años cuando vi el Museo de Transportes y Comunicaciones de Lucerna. Todavía no me he olvidado de algunas cosas que vi allí. Lo que más me gustó era la oportunidad de tocar y usar todo lo que se ofrecía al visitante. El mismo criterio he visto que el Museo de Barcelona que he visitado una y otra vez en la bonita Ciencia o en La Villette de París y difícilmente se nos olvidarán los ensayos realizados por el matrimonio y nuestras tres hijas hace años en el Palais de la Decouverte de París con corrientes de alta frecuencia y simulaciones de rayos. Conceptos y sentimientos quedan incorporados para siempre en la memoria. En su presentación en el Salón de Conferencias del Seminario de San Sebastián, el autor señaló que el objetivo del libro era fomentar el debate entre personas y entidades interesadas en este tema. Quiero poner sobre la mesa un par de ideas como una sencilla aportación para este debate.
A. Sagarna |