Sin embargo, puesto que se piensa, el motivo principal para la publicación de los artículos es ese, pero también son once razones. De hecho, la reputación de un investigador crece a medida que se publican los artículos, sobre todo en revistas de prestigio. Y a la hora de obtener subvenciones para seguir investigando, también ayuda que en el currículo del investigador exista una larga lista de artículos.
A medida que se realiza la investigación es importante la publicación de artículos. Y tan importante es dónde se publica. La propia publicación en una prestigiosa revista es noticia en los medios de comunicación, lo que a su vez aumenta la fama del articulista.
En este mundo de las publicaciones los listados son muy habituales: los investigadores que más publican, los autores de los artículos más citados, los artículos más consultados, las revistas con más lectores, etc.
Muchas de estas listas se elaboran teniendo en cuenta referencias. De hecho, al final del artículo se hace referencia a varios artículos y autores. Se citan los relacionados con la investigación que se da a conocer, los consultados y, en general, los que han servido de ayuda al autor. Se recogen los datos de estas menciones y se realizan estimaciones muy diversas para extraer conclusiones. Es, en definitiva, una especie de estudio de mercado continuo.
Estos son los maestros de la Corporación Thomson en la recogida de datos y elaboración de estos listados. Por ejemplo, se ha elaborado el listado de investigadores más destacados de los años 2004 y 2005. El jefe de lista es un investigador de la Universidad Osaka: El japonés Shizuo Akira. Trabaja en el ámbito de la inmunología, y de los artículos que escribió en los dos años anteriores (o que firmó junto con otros autores) se encuentran en la lista de los once más citados (conocidos como hot papers).
Otro ejemplo. El articulista más destacado de los años 80 fue Robert Gallo, descubridor del sida. Firmó 591 artículos y recibió 36.000 referencias en otros artículos. Por otra parte, el artículo que más referencias ha recibido es el relativo a la caracterización de proteínas. Fue escrita por Lowry, Rosebrough, Far y Randall en 1951, con más de 245.000 menciones.
En este sentido, el listado de revistas con más menciones ha cobrado una gran importancia. Hay que tener en cuenta, ya que, por un lado, la mayoría de los investigadores quieren publicarse en estas revistas, lo que permite elegir los mejores artículos de la revista que aparece en este listado y, por otro lado, la gran difusión de esta revista hace que los artículos lleguen a manos de más investigadores y, por lo tanto, tengan más referencias. Es un círculo en el que no es fácil entrar.
Existen varias formas de hacer listas de las revistas más citadas. Lo más sencillo es contar las referencias a los artículos de una revista determinada. Pero las revistas que más artículos publican tienen ventaja. Por ello, se incrementa el índice de impacto. El índice de impacto muestra el número de citas que ha recibido una revista en el resto de revistas en los dos últimos años, pero teniendo en cuenta el número total de artículos publicados.
El índice de impacto de la revista Science es, por ejemplo, 31,8. Es decir, un artículo publicado en esta revista recoge una media de 31,8 menciones en los dos años siguientes a su publicación. Este es un índice de impacto muy alto: El Science ocupa la novena posición en la lista de las revistas más citadas.
En el ranking se encuentran las revistas que publican artículos de colección, los llamados review. La revista que más comentarios recibe es, por ejemplo, Annual Review of Inmunology. No es de extrañar que los artículos de colección recojan el mayor número de menciones: cada artículo suele ser una especie de resumen sobre un tema, por lo que son muy útiles para recopilar información sobre un tema de investigación sin tener que buscar aquí ni allá. Pues en los diez primeros son revistas de seis artículos de colección.
En los diez primeros, Nature y Science serán conocidos por la gente de la calle. Ocupa el noveno y décimo lugar, respectivamente.
De este listado de revistas se puede hacer otra lectura: los ámbitos que actualmente están a la cabeza son los relacionados con la Bioquímica y la Medicina. Las revistas que más comentarios reciben son, al menos, de esos ámbitos. Por lo tanto, a la hora de publicarla también tiene importancia el ámbito científico.
De este modo, el índice de impacto puede utilizarse también para comparar áreas de investigación. Como ya se ha comentado, el índice más alto lo tiene una colección de Inmunología, 52,4, ya que ninguna de las revistas de Ciencias de Polímeros llega ni lejos a 10. Una de las revistas más conocidas es Macromolecules, con un índice de impacto de 3,9. La diferencia es notable.
¿Las revistas con mayor índice de impacto son las mejores en calidad? No es fácil responder a esta pregunta. Y es que ni siquiera es posible poner la calidad en cifras. Sin embargo, está claro que el índice de impacto no es suficiente para medir la calidad de una revista.
La implantación de las revistas on line ha supuesto avances en este sentido. Este soporte ofrece otras posibilidades para medir el prestigio de una revista. Por ejemplo, se cuenta el número de enlaces que una página web tiene a otras páginas y, por el contrario, cuántos enlaces hay desde otras páginas a esa página web. Esta última permite medir la calidad de la información.
Sin embargo, los expertos en la materia son los más adecuados para medir la calidad de un artículo o revista especializada. El inventor del índice de impacto, Eugene Garfield, ha sido un maestro en la utilización de datos sobre artículos, y ha propuesto que al índice de impacto se deben añadir comentarios y opiniones de expertos para distinguir entre revistas 'populares' y de élites, por ejemplo.
Y es que hay revistas que son populares, es decir, que llegan a mucha gente, pero que no tienen muy buena fama entre los expertos; y por el contrario, hay revistas de muy alta calidad que llegan a poca gente porque son de élite. La clave del éxito estaría probablemente en el equilibrio de ambas variables.
La publicación de una revista de calidad requiere la participación de expertos, no sólo para valorar el resultado, sino también para garantizar la calidad de los artículos antes de su publicación. Editores de revistas especializadas vieron hace tiempo la necesidad de expertos para validar un artículo. Y así se puso en marcha un sistema llamado peer review.
Se puede decir que los científicos han mostrado su trabajo casi siempre pidiendo opinión a otros científicos, siempre de forma informal. Ha sido una actividad habitual. Pero esta actuación está sistematizada a la hora de publicarla. Cuando un investigador escribe un artículo y lo envía a una revista, antes de su publicación el artículo pasa a manos de otros investigadores para juzgar si procede y realizar las correcciones oportunas, si fuera necesario.
El autor del artículo no sabe quién juzgará su obra y, por el contrario, los jueces desconocen el artículo que tienen entre manos. El sistema es totalmente anónimo.
Este sistema alienta en cierta medida a la ciencia, ya que el autor recibe observaciones sobre la investigación descrita en el artículo, lo que permite mejorar la investigación. Sin embargo, no todos los artículos llegan a manos de estos jueces. Son muchos los artículos que llegan a las revistas (sobre todo los de mayor prestigio) y el editor tiene que usar el tamiz; muchos artículos son rechazados directamente por él mismo, porque no son apropiados para esta revista.
Otro problema que tiene este sistema es que la labor del juez es cada vez más complicada: tienen menos tiempo para leer el artículo y opinar --no más de un mes- y últimamente están muy presionados, por ejemplo, cuando se producen fraudes se sienten responsables. Y hay que tener en cuenta que a la vez investigan y preparan artículos para dar a conocer su trabajo. Además, la labor judicial la realizan de forma gratuita.
Como se ve, no es un sistema perfecto, pero para la mayoría de los investigadores es el mejor inventado hasta ahora. Se ha tratado de cambiar este sistema, pero en esencia se ha modificado poco el sistema de enjuiciamiento de artículos en las últimas décadas. Las novedades pueden venir de la mano de Internet. De hecho, las revistas on line están ganando fuerza. Hay personas que han nacido del modelo tradicional, que son versiones de una revista en papel, pero también hay revistas completamente electrónicas que no controlan las editoriales, y por ese camino no sé qué va a venir en el futuro. Que venga lo que venga, que sea para bien.
Gracias a José Ramón Leizari, de la Facultad de Química de la Universidad del País Vasco, por su colaboración en la preparación del artículo.