¿Existe un método mágico para dejar de fumar el tabaquismo (3)?

Agirre, Jabier

Medikua eta OEEko kidea

Con las primeras publicaciones que a finales de la década de los 50 presentaban los daños del tabaquismo, en la mayoría de los países industrializados fueron los profesionales médicos quienes pusieron en marcha el proceso. Y 30 años después este proceso ha tenido consecuencias positivas, tanto desde el punto de vista sanitario como social.

La prevalencia del tabaquismo en los países que han llevado este proceso con seriedad (Gran Bretaña, USA, Canadá, Australia o Países del Norte) ha disminuido en todos los grupos sociales y, de paso, ha disminuido la incidencia de enfermedades y muertes prematuras relacionadas con el tabaco. Pero junto a todos los beneficios sanitarios y económicos que supone el control de la epidemia del tabaco, y tan importantes como estos, tenemos la mejora de la calidad de vida de los exfumadores y el reconocimiento del derecho de los no fumadores a respirar y vivir en un medio ambiente libre de humo y olor al tabaco.

Desgraciadamente, este no es nuestro caso todavía. El consumo de tabaco entre nosotros ha aumentado en los últimos años. Y como ya se ha mencionado en otro artículo, los médicos (aún) fuman más que la población general. El enorme poder que tiene la industria del tabaco en nuestra sociedad no permite esperar cambios positivos en las tendencias actuales de consumo, al menos a corto plazo. Por ello, las campañas de sensibilización general deben ir acompañadas de un recorrido personal o individual.

Dejar de fumar como proceso

Dejar de fumar debería entenderse dentro de los tres principios generales, según Raw:

  1. Existe una relación estrecha entre la tendencia de una persona al tabaquismo y su comportamiento frente al tabaco.
  2. Dejar de fumar no es una acción puntual, sino un proceso que se mantiene a lo largo de muchas etapas.
  3. El tabaquismo, a nivel personal, es drogadicción.

En este proceso de abandono se distinguen varios pasos. En un principio el fumador es joven, sano y sin preocupaciones ni síntomas. Poco a poco las tendencias empiezan a cambiar. Igual no sería dejar la idea mal... o todavía otro paso: debería dejarlo... Si todavía lo hacemos más adelante, vienen decisiones ( intentaré dejarlo... o lo dejo ...) y por último, sesiones concretas, después de las cuales saldrán éxitos o fracasos.

¿Y por qué se le deja o se decide dar ese paso? En el estudio realizado entre las personas que han sido fumadoras, las principales razones por su importancia son:

  • Miedo a la enfermedad: aliento, bronquitis, cáncer
  • Mejora de la calidad de vida
  • Por ahorro una vez dejado de fumar
  • Razones estéticas (mejor aliento, mejor olfato y mejor gusto)
  • Buscando el reconocimiento (para alegrar a los demás, para ser un buen ejemplo)
  • Por miedo al rechazo social

Pero una cosa es decidir el abandono del tabaco, que ha sido un gran paso cualitativo, y conseguir esa cosa muy distinta y mantener ese logro a largo plazo. Según datos de USA y Gran Bretaña, el 75% de los fumadores pensaba que debería renunciar a fumar (e incluso tuvieron algún intento), pero no lo consiguieron. En palabras de la mayoría, dejarían de conocerla.

Dos son los factores importantes en este proceso: la motivación y la dependencia. Durante muchos años, la capacidad del tabaco para crear dependencia no ha sido aceptada y la palabra dependencia se sustituía por otra (hábito, vicio). La Organización Mundial de la Salud no reconoció el tabaco como droga hasta 1974. Hoy en día, sin embargo, se acepta plenamente la capacidad del tabaco para crear una dependencia psicológica y farmacológica, y de aquí surge la aceptación del tabaquismo como drogadicción.

Una vez visto todo lo anterior, los fumadores pueden dividirse en cuatro grandes grupos:

a) Alta motivación, baja dependencia

Esta es la mejor situación para dejar de fumar. Se pueden dar consejos: Para conseguirlo estás en la mejor situación.

b) Alta motivación, gran dependencia

Se puede reducir la dependencia con frases como: Los que fumaban más que tú también han conseguido dejarlo.

c) Baja motivación, baja dependencia

Sin tocar la dependencia, deberíamos intentar aumentar la motivación del fumador, incidiendo en aspectos positivos de la abstinencia, como los riesgos asociados al tabaco.

d) Baja motivación, gran dependencia

Este es el peor pronóstico. Se darán consejos, pero sobre todo lo importante es responder a las indicaciones del paciente. Yo me encuentro bien, el tabaco no me hace daño o cuando fumaba me encontraba mejor y trabajaba más.

Como hemos visto, los puntos de partida pueden ser muy diferentes, por lo que deberemos adaptar nuestros recursos a cada caso.

La presión social tiene una gran influencia en el abandono del tabaco.

Han sido muchos los métodos mencionados y la lista sería tan larga como aburrida. Pero todos estos métodos van acompañados de un papel que debe desempeñar el médico: dar el soporte y apoyo adecuado a su paciente para que deje de fumar. Pueden ser consejos o informaciones sencillas, y en el otro extremo se encuentran las técnicas especializadas, junto con el seguimiento a largo plazo.

Hay fumadores que tras el consejo y con una pequeña ayuda consiguen la suficiente motivación para dejar el tabaco. Se trata de personas que fuman 20 o más cigarrillos y que tienen unos 10 años de vida. Presentan síntomas que culpan al tabaco. Están convencidos de la necesidad de abandonar el tabaco, pero no reciben ningún apoyo específico para ello.

Partiendo de esta realidad, el tratamiento especial del tabaquismo tiene como objetivo principal ayudar a estos fumadores a conseguir lo que no han logrado por sí mismos. Desaprender ese hábito tan arraigado en la vida de la persona que rompe la dependencia psicológica del cigarrillo, vence la adicción farmacológica que le ha generado la nicotina y llega a ser automático con el repetición.

Tras un estudio que ha perdurado (y sigue avanzando) 30 años, en la actualidad el mejor método para dejar de fumar es el de las ayudas psicológicas y de comportamiento (consejos, cambios de vida, etc.) Las farmacológicas son aquellas que combinan, por ejemplo, el chicle de nicotina.

La asistencia médica se resume en los siguientes puntos:

  • Indicar al paciente los riesgos derivados del tabaquismo.
  • Recalcar las ventajas de dejar de fumar.
  • Recordar que no hay solución mágica.
  • Poner en marcha un plan.
  • Motivar al paciente (creo que tienes que dejar el tabaco).
  • Especificar un día concreto de abandono. Para ello habrá que negociar con el paciente (¿Cuándo queremos empezar? ).
  • Elaborar una lista de lugares y condiciones relacionados con el cigarrillo y planificar su posible retirada.
  • Buscar alguna otra persona que quiera dejar el tabaco cerca (es más fácil).
  • Recomendar ejercicio (esto reduce las ganas de fumar).
  • etc.
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