Se cuenta hasta dónde puede ir sin salir del casco

Pasamos al otro lado del espejo en una tarde lluviosa y aburrida, tenemos la curiosidad de lo que hay en ese mundo simétrico, cercano y que sentimos tan lejos.

Alicia, Alicia de Lewis-Carroll, era una chica muy traviesa. Todo aquel que ha leído sus aventuras se ha dado cuenta de ello. Pero la traviesa no es agresiva, eso no; es una traviesa de esas intenciones ocultas que no todos ven detrás de todas las frases. En acción, dócil, pero terrible en el mundo de la lengua; así es nuestro querido Alicia.

Como es sabido, en una tarde lluviosa y aburrida, Alicia pasó al otro lado del espejo, animada por la curiosidad de lo que hay en un mundo simétrico tan cercano y lejano. Lo que vio allí lo contó a su amigo Lewis-Carroll. Esto completó un libro describiendo estas aventuras y logrando una gran fama gracias a un libro escrito de esta manera. Pero Alicia, como todos los niños, era muy olvidada y muchas de las anécdotas ocurridas al otro lado del espejo se quedaron en su cabeza sin pasar al libro de Lewis-Carroll.

Alicia se tambaleó, Lewis-Carroll se envejeció y cuando llegó a la edad en la que surge el deseo de repensar al niño, empezó a recordar la melancolía con la vida al otro lado del espejo. Cogió el libro de Lewis y lo leyó. Quedó sorprendido, "yo no soy eso, ese no es el mundo que he visto. Eso, en todo caso, será un mundo al otro lado del espejo de Charles", pensó. Por ello, decidió describir sus aventuras a su manera y lo hizo.

Cuando terminó su redacción intentó publicar su obra, pero nadie quiso arriesgarse a sí mismo. El libro de Lewis-Carroll se vendía mucho, demasiado para meterse en este tipo de escándalos. Alicia guardó el manuscrito y nunca se ha publicado. Recientemente he conseguido ese escrito con un conocido de un cuñado de mi tía, amigo de mi amigo. Es muy largo y esta vez os voy a dar un solo capítulo. Pienso qué hacer con el resto.

CAPÍTULO IV: Tweedledum y Tweedledee

Allí estaban, sentados bajo un árbol, abrazándose. Enseguida me enteré de quién era cada uno, porque sus nombres se encontraban en el collado de la camisa con letras muy grandes: En uno ponía "DUM", "DEE" en otro. Acerté muy rápido lo que iba a poner detrás del collar- TWEEDLE precisamente.

Como estaban tan quietos, se me olvidó también de que podían ser vivos, y cuando iba a mirar si en la parte trasera del collar ponía TWEEDLE o no, me asustó una voz que salió de los "DUM".

    Hola Alicia, vieja amiga, ¿qué tal?
  • Bien, bueno, la verdad es que me encuentro un poco alterada en este sorprendente mundo –le contesté–. Oye, ¿y cómo sabes mi nombre?

Me respondió con otra pregunta – ¿Y tú cómo sabes las nuestras? Es más sorprendente que uno invente los nombres de los dos, que nosotros inventemos el suyo, ¿no es así?

Ese razonamiento me pareció muy fuerte y no quiso seguir ese camino. Allí, en aquel bosque, cuando iba a preguntarme qué hacían, se me adelantó el DEE.

    ¿Qué rayo haces aquí en este bosque? Eso es lo que yo quiero saber –y sin dejar de hablar, porque me temía que no me dieran la oportunidad– ¿Y vosotros? –les pregunté. Nuestra historia es muy triste –respondieron juntos–. No tenemos muchas ganas de hablar de este tema –decían juntos. Por favor –les robé–. He venido de muy lejos a conocer vuestra historia y no voy a irme hasta oírla, –puse la cara de tristeza que ponen los niños cuando quieren conseguir algo y también hice unos dibujos silenciosos. La cara del DUM no cambió nada, pero en la del DE se podía ver el irrifar recién nacido. Se eliminó el irrifarra y se le echó una lágrima de alivio en busca de los labios. Siempre hemos sido hermanos y amigos. Siempre lo digo porque nacimos juntos. Siempre hemos sido apasionados de la lengua, porque a pesar de ser más feos que otros, hablamos mejor. Somos el primer hijo de nuestros padres y, como hemos visto, después de habernos visto, les fueron las ganas de tener más. Bueno, pero eso no es historia. No, no es eso lo que siguió el DUM. El idioma está para ver si quieres o no, pero sacuda la lengua, eso sí, te gusta, el remo. Y tú qué, qué te gusta. Siéntanos, por favor, y seguid la historia –les pido, ya que se veía perfectamente que todos los hermanos que se quieren son iguales a ambos lados del espejo. Te he contado la historia de nuestra tragedia sin desviarte nada. En nuestro pueblo se celebran fiestas muy grandes en una época triste que llamamos "Gautzarrak". En estas fiestas, se trata de enviar postales con pésame a sus amigos. En los últimos años el calor inicial de esta costumbre se ha ido suavizando y convirtiéndose en algo de compromiso. Nuestra intención fue resucitar la costumbre y para ello creamos una postal especial. –Mientras Dee seguía hablando, DUM cogió un palo y dibujó dos rectángulos en el suelo. Entendí que quería expresar las dos caras de la postal.
  • En uno de los lados de la postal –continuó el dee- se indicó: "LO QUE PONE AL OTRO LADO ES MENTIRA". Se silenció y se quedó pensativo.

Parece que recordar estas cosas le daba mucho daño. Pero después de haber despertado mi curiosidad, no soy capaz de controlarme y cuando me doy cuenta de que las palabras estaban fuera de mi boca, en el aire.

    ¿Y qué ponía al otro lado? –lo escuché. Dile tú –dum dee-ri.No, no, dile tú –dee a dum. ¡Por favor! –yo. ¡Tú, por favor! –DUM a DEE. Por favor –empecé a llorar. Mira –DUM–, mira qué bien eres.
  • Yo cocido y tú aceite santo. ¡Baboa!.

Viendo la escasa incidencia de ese llorón débil, decidí cambiar de táctica.

    Da igual que lo digáis los dos a la vez, pero por favor y por favor decirnos qué ponía al otro lado de la postal.

Me miraron, me miraron unos a otros, después de un silencio, y poco después los dos por unanimidad y una palabra:

    Al otro lado de la postal ponía "LO QUE PONE AL OTRO LADO ES MENTIRA".

Aquí terminan las notas de Alicia en este capítulo, pero no creo que sea difícil imaginar cómo termina la historia de estos dos hermanos. Nosotros, por nuestra parte, estamos dispuestos a publicar esos finales.

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