Cada vez son más los medicamentos que toman las personas mayores, pero es incierto si garantiza la calidad de vida. La medicina ya es hora de replantear su actitud ante la vejez. Para ello hemos recibido las reflexiones de dos médicos de Osakidetza: Iñaki Peña Bandres, experto en duelo, y Felipe Aizpurua Barandiaran, investigador.
Un estudio realizado en 2016 en Gipuzkoa explicó que varios factores están relacionados con la mala salud de los ancianos. Los problemas sensoriales -sordera, ceguera–, la calidad del sueño, la escasa actividad social y, por encima de todo, la ingestión de muchos medicamentos eran los factores más significativos según este estudio.
Es imposible abordar desde la sanidad la complejidad de los problemas sociales. En cuanto a los problemas sensoriales, esperamos avances tecnológicos para los próximos años. En cuanto al sueño, una revisión realizada por la Universidad de la UCLA de Los Ángeles puso de manifiesto que los problemas de sueño son habituales en los ancianos, pero que no estudiamos a los pacientes para detectarlos, aunque existen procedimientos eficaces y seguros para su detección y tratamiento.
Respecto al uso de medicamentos, según la Encuesta de Salud Vasca, el 95% de los mayores de 75 años toma algún medicamento diariamente. Las más utilizadas son las anti tensión arterial, cardiaca o colesterol. Pero los medicamentos también tienen efectos secundarios en los ancianos. Los sedantes, por ejemplo, influyen en el ingenio y el equilibrio. Los analgésicos, cuando no mejoran el dolor, no son alterados ni eliminados por el médico. La combinación de algunos medicamentos produce efectos adversos y es difícil de controlar. Además, algunos medicamentos tienen un efecto excesivo en los ancianos, como los antidiabéticos, o demasiado débil como las estatinas. En definitiva, se añaden medicamentos, pero es raro que dejen de prescribirlos, por lo que todos los efectos anteriores son cada vez más posibles. Por último, hay que decir que los medicamentos apenas se prueban en las personas mayores, pero sin embargo se los damos.
En resumen, muchas veces la mejor receta es la que se cancela. Los problemas que preocupan a los mayores tienen sobre todo raíces sociales y para luchar contra los problemas relacionados con la salud tenemos muchas herramientas eficaces. Es responsabilidad de los profesionales de la salud aprender y usarlo adecuadamente.
En la sociedad occidental tenemos un problema de primer orden con la vejez, no sólo en el ámbito sanitario, sino también en el socio-familiar. Por un lado, tenemos la pirámide de población totalmente distorsionada, ya que cada vez hay más personas mayores. Asimismo, son pocos los que reconocen formar parte de este sector, es decir, ser viejo. En muchos casos la palabra Zaharra también es tenida en cuenta. Y eso es, en principio, un problema, en mi opinión.
Así, con los años, normalmente se acumulan enfermedades y problemas funcionales y cognitivos, a los que se suma el uso creciente de medicamentos. Afortunadamente, hay estudios que dan importancia al ejercicio físico y proporcionan estrategias para alargar al máximo la funcionalidad, no farmacológicas. Además, en el ámbito sanitario se plantea también la depresión de los fármacos en algunos lugares, es decir, la eliminación o no de medicamentos innecesarios.
Desgraciadamente, además de esta cierta negación de la vejez, hay en marcha escudos colectivos de inmortalidad. De la criogenización de los años 60 a la actual Silicon Valley. Y parece que últimamente se está haciendo un esfuerzo por conseguir medicamentos que mejoren la calidad de vida de las personas mayores. Todos nos gustaría vivir más y con mejor calidad. ¿Pero con fármacos? ¿Tendrán que tomar más fármacos?
Como médico, me gusta mucho tomar mejoras farmacológicas, sin duda vamos a tener posologías cada vez más fáciles, la industria cada vez diseñará mejores medicamentos. Esto permite mejorar la calidad de vida. Pero soy totalmente escéptico de las soluciones mágicas, no creo que el ser humano alcance mucho más. Y mucho menos que nosotros veremos.