Mejor amigo

Galarraga Aiestaran, Ana

Elhuyar Zientzia

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Los expertos no ponen de acuerdo cuándo el perro se convirtió en el mejor amigo del hombre. Según algunos, hace más de 17.000 años, en el Paleolítico, cuando el hombre era cazador. Es la hipótesis a la que aboga, por ejemplo, el hallazgo de fósiles de perros primitivos en lugares donde se acumulan muchos huesos de mamut cazados. Otros, sin embargo, afirman que la domesticación tuvo lugar en el Neolítico, es decir, hace 17.000-7.000 años, cuando el hombre se convirtió en agricultor y ganadero.

Tampoco los estudios genéticos han conseguido clarificar completamente el debate. Comparando los genomas de los perros con otras especies parientes, algunos sitúan a la fundación del perro en Europa y otros en Asia. Además, la evolución de la especie no se ha producido en línea recta, sino que se ha mezclado ocasionalmente con lobos y otros parientes que han dejado huella en su genoma.

Lo que sí tienen claro es que el perro no es un lobo domesticado, sino que ambos vienen del mismo antepasado lejano. Entre las características genéticamente diferenciadoras se encuentran las relacionadas con la capacidad de asimilar los hidratos de carbono: los perros tienen más facilidad que los lobos, ya que producen más enzimas amilasa y maltasa.

Aunque existen numerosos estudios genéticos sobre dónde y cuándo se domestica el perro, no existen tantos sobre su naturaleza o comportamiento, aunque es uno de los aspectos más destacados que lo distinguen del lobo. De todos modos, hay uno muy llamativo: al parecer, la base genética de la amistad de los perros es muy parecida a la de un síndrome que provoca una excesiva población humana.

Este síndrome se llama Williams-Bbere. Afecta a una de cada 20.000 personas, con un rostro especial, alteraciones cognitivas y una sociedad desmedida. El origen del síndrome es genético, concretamente en uno de los 7 cromosomas la pérdida de una parte determinada.

Nuestro 7 cromosomas coincide con el 6 de los perros. Así, investigadores de la Universidad de Oregón han estudiado este cromosoma y han comprobado lo que ocurre en esta parte. Y afirman que es similar a 7 cromosomas con síndrome de Williams-Beu. Incluso han demostrado que esta característica genética está relacionada con la amistad de los perros.

Los investigadores han explicado que la presencia de una determinada variedad genética detrás de la masacre canina ha contribuido a una rápida separación de los lobos. A partir de ahí, las personas han fomentado otros comportamientos, muchas veces asociados a tareas: proteger una zona restringida, cuidar a los suyos, cazar… Todos están en la base, pero buscar la amistad del ser humano.

Publicado en el diario Berria.

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