Fabrican un cerebro pequeño en el laboratorio

Etxebeste Aduriz, Egoitz

Elhuyar Zientzia

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Un organoide cerebral. Células nerviosas madre en rojo y neuronas en verde. Ed. Madeline A. Lancaster

Los investigadores austriacos y británicos han conseguido crear una estructura que se acerca a un cerebro pequeño a partir de células humanas madre. En el artículo publicado en Nature, esta estructura ha sido denominada organoide cerebral, y aunque está muy lejos de ser un cerebro creado artificialmente, han explicado que tiene estructuras similares a las que tiene el verdadero cerebro. De alguna manera es como el cerebro de un feto de nueve meses.

Para ello crecían las primeras células madre embrionarias en un gel sintético que imita el tejido conectivo. Posteriormente fueron introducidos en movimiento en un biorreactor para que llegara a los tejidos suficiente alimento y oxígeno. Así, poco a poco, las células se multiplicaron y se formaron tejidos hasta desarrollar los ‘garuntxos’. No desarrollan el vaso sanguíneo y, según los investigadores, puede ser una de las causas de no crecer más. Su diámetro máximo es de tres milímetros, tras dos o tres meses de crecimiento. Sin embargo, permanecen en el biorreactor durante mucho tiempo: los mayores ya han cumplido casi un año.

Aunque todavía son limitados para su utilización como modelo cerebral, pueden ser útiles para el estudio de enfermedades difíciles de investigar en modelos animales. Por ejemplo, ya les ha servido para saber algo más sobre la microcefalia.

Este organoide cerebral ha desarrollado un ‘ojo’. El pigmento marrón es tejido de retina. Ed. Madeline A. Lancaster

La microcefalia es una enfermedad neurológica que provoca que el cerebro y la mente crezcan menos de lo normal. Mediante la reprogramación de las células superficiales de las personas que padecen esta enfermedad, se obtuvieron células madre inducidas a partir de las cuales se formaron organoides cerebrales. Y lo mismo hicieron a partir de células de personas sanas para poder compararlas con las anteriores. Observaron que los ‘garuntxos’ fabricados a partir de células de enfermos crecían menos. Además, han llegado a la conclusión de que esto se debe a que algunas células pioneras llegan demasiado rápido, lo que hace que el crecimiento de los tejidos se detenga antes de tiempo.

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